Fernando Cavenaghi: «Sólo en este país se puede discutir a un jugador como Messi»
Esto no es una despedida, es un homenaje, porque yo de este club no pienso irme nunca más», decía Fernando Cavenaghi en su último partido en el Monumental, el pasado 1° de julio, ante 60 mil hinchas que lo idolatraban. Todo indica que su futuro está ahí, en River, el club que lo espera con las puertas abiertas. Él asegura en esta charla con Infobae que ganas no le faltan.
En sus tres ciclos con el equipo Millonario jugó 212 partidos, marcó 112 goles y obtuvo nueve títulos. Agradecimiento y adoración eterna es lo que sienten los hinchas por El Torito, que será recordado para siempre como el ídolo que llegó a los 13 años y no dudó en volver en el peor momento para llevar a River nuevamente a la gloria. Por si alguna duda cabe, sus tatuajes lo dicen todo: el Monumental, la frase «en las malas mucho más» y el momento en que levantó y besó la Copa Libertadores.
Pese a sus temores, las entradas para acompañarlo en su última presentación se agotaron en menos de 24 horas: «Estaba anonadado. Fueron D’Onofrio y Francescoli los que un día que me sentaron y me dijeron: ‘¿Cómo no vas a hacer una despedida? Vos tenés que hacerla por todo lo que viviste en River, por todo lo que le diste al club’. Fue muy sorprendente, yo tenía miedo: ‘Mirá si no vienen, mirá si no se llena'», cuenta emocionado sobre el evento que quedó reflejado en el libro El último gol.
—¿Cómo es el día después del retiro?
—Uno sabe que, tarde o temprano, el final de la carrera llega y somos jóvenes, yo tenía 33 años y ya era un jubilado. Es importante ir preparándose para lo que viene, por ahí algo completamente diferente a lo que hicimos, salvo que sigas en alguna actividad muy relacionada al fútbol, como ser entrenador. Pero hay determinadas actividades que nacen, no hay que forzarlas, el jugador que va a ser entrenador ya se sabe y los últimos años de carrera se va preparando para eso.
—¿Cómo viviste la despedida?
—Fue un privilegio muy grande, son muy pocos jugadores en la historia de cualquier club; en River soy el cuarto jugador que hace una despedida, es algo muy fuerte. Bajé el broche en el momento ideal: «Hasta acá llegué, di todo lo que tenía, di el máximo y soy un privilegiado en poder vivir una fiesta con toda gente de River, con toda mi familia, mis amigos, todo el mundo que yo quería estaba en ese momento».
—La fiesta está reflejada en El último gol, con unas imágenes maravillosas, es un libro objeto precioso.
—Sí, es un gusto que nos dimos con Facundo Pastor y la revista 1986, donde elegimos muchísimas fotos para que queden. En lo personal, es un tesoro porque es el último gran recuerdo de mi último partido.
—Hay un emprendedor detrás del ídolo también.
—Sí, tuve varias lesiones pero una muy grande, donde casi pierdo el dedo gordo del pie y no sabía si podía volver al fútbol o no. Empecé con un proyecto personal, la marca de ropa, en ese momento eran gorras, todos mis compañeros se re prendieron, se sacaban fotos con la gorra y empezamos a promocionar. De a poco iba creciendo y la gente iba demandando otras cosas; en principio era ropa de hombre, después de mujer. Hoy sí, tenemos una marca de ropa que tratamos de empezar a hacer conocida. Lo hago con mi esposa y tres o cuatro amigos que están ayudándonos. Le estamos metiendo muchas ganas.
—Hablaste del jugador que quiere ser entrenador en algún momento. ¿No es tu caso?
—No, estoy haciendo el curso de entrenador, estoy terminando ahora el primer año, pero para instruirme.
—¿Pero está la fantasía de dirigir River en algún momento?
—Hoy por hoy, no, me gusta más el lado dirigencial, disfruto muchísimo de ir a ver los partidos, soy un enfermo apasionado del fútbol.
—¿Te ves en algún otro rol? En el club te están esperando, ellos dejaron claro que la decisión es tuya y que están las puertas abiertas para que te sumes al equipo.
—De mi lado también, siempre están las puertas abiertas. Hay que sentarse, charlar, ver en qué función uno puede ser útil y ayudar más para que el proyecto siga creciendo. Yo vine con esta dirigencia hace cuatro años, cuando arrancaba el mandato, fui el único refuerzo de esta CD y de Ramón, que me había pedido con insistencia y viví todo el proceso de trabajo que se está haciendo con muchísimo éxito, pero obviamente siempre hay lugar para crecer. Desde mi lado, si yo puedo obviamente colaborar en lo que más me gusta, que es relacionado al fútbol, 100% estoy siempre dispuesto.
—¿Pueden mantener la esperanza los hinchas de una carrera dentro del club?
—Ojalá. Yo me tengo fe, tengo ganas, soy bastante emprendedor, me gusta aprender también y hacer las cosas bien, así que ojalá.
—Fuiste parte de la refundación de River en lo que fue su momento más difícil.
—Sí, sin duda fue el momento más difícil y nos superó, nunca imaginé vivir cosas tan fuertes. Uno toma la decisión de venir, de estar, porque lo siente, pero después van sucediendo un montón de cosas en el camino que uno no se esperaba. Fue un año muy duro. Por suerte se pudo cumplir el objetivo de subir, que ese año quede en la historia, pero también que nos sirva para crecer, de los errores uno tiene que aprender. En el momento más difícil, o te caés y te vas al fondo del pozo o todo lo que hiciste mal te sirvió para darte cuenta y de ahí en adelante empezar a crecer y saber qué errores cometiste para que se dé. River lo tomó para ese lado. Fue un cambio abismal en la gente, lo que acompañó, el cariño, éramos récord de ventas de camisetas por todo el país. La gente, más allá del momento difícil que estaba pasando, acompañaba y eso se sintió.
—¿Es la mejor hinchada?
—Sin dudas.
—¿Te hubiera gustado ser parte del actual River de Gallardo?
—Fui, cuando Marcelo llegó, yo era suplente, estaba con la lesión de seis meses pero pude volver en la época final de la Sudamericana. De hecho, me puso el primer partido contra Boca en la semifinal que terminamos ganando. Fue una revancha, porque éramos los únicos dos que habíamos perdido en 2004 de todo el plantel. Después obviamente ni hablar en la Libertadores.
—El fútbol da revancha.
—Sí, todos los fines de semana da revancha. Esa es una gran ventaja que tenés para reponerte. Mismo la Selección, cuando todo parecía que se caía, que todo se terminaba, ves un gran partido del equipo, ni hablar de Messi, te termina poniendo en el Mundial, y hoy se ve todo diferente.
—¿En qué lugar de la historia de River lo ponés a Gallardo?
—Hay dos historias de Marcelo. Una es como jugador, donde también ganó un montón de cosas, porque lo vemos como entrenador exitoso y vamos dejando de lado esa parte. Como entrenador, Marcelo, junto con Ramón y Labruna, está a la altura de los mejores de la historia. No tuve la oportunidad de ver a Labruna ni de compartir nada con él, pero sí puedo decir que fui un privilegiado de que me dirijan los dos entrenadores más grandes de la historia del club como Ramón y Gallardo.
—Si pienso en el ídolo, ¿cuánto de talento, cuánto de esfuerzo, cuánto de suerte?
—Es la mezcla que uno necesitar para llegar. Esfuerzo, muchísimo, yo me vine a vivir a los 13 años solo a una pensión con un montón de chicos del interior del país; es un sacrificio muy grande para uno y para la familia. Nosotros estudiábamos a la mañana y a la tarde jugábamos, entrenábamos todos los días y los sábados competíamos, sólo teníamos descanso un domingo y ya el lunes la rutina de siempre. Nos perdíamos viajes escolares, viajes de egresados, cumpleaños de la familia. Ni hablar después en el exterior, este Día de la Madre lo pasé después de no sé cuántos años con mi mamá. Ese es el lado más complicado. Pero a la vez estás cumpliendo un sueño y son muy pocos los que pueden cumplirlo.
—Tengo claro qué le diste vos al fútbol y a los hinchas. ¿Qué te dio el fútbol a vos?
—Aprendizaje, códigos. Me dio haber disfrutado del deporte que amo y que amé desde que tengo uso de razón, que era jugar a la pelota. El fútbol y River, por eso soy muy agradecido al club.
—Hablaste de la Selección. ¿Cómo la estás viendo?
—Ahora, feliz. Todos tuvimos ese momento con un poco de duda de saber qué podía pasar en el último partido, con la presión que tenían los jugadores, con todas las barbaridades que se dijeron de muchos. Pero cuando vos tenés esa clase de jugadores, cuando tenés al mejor del mundo, sabés que nada es imposible. Esos jugadores cuando más los necesitás, por eso son diferentes, son en los momentos en que aparecen.
—Te iba a preguntar qué significa para un referente como vos la figura de Messi, pero me acabás de decir: «Es el mejor del mundo».
—Sí, sin duda, he jugado muy poquitito con él y es único. Es muy loco, sólo en este país se puede discutir a un jugador así. Todavía no entendemos que el jugador tiene una vida en Barcelona, trabaja en un equipo todo el año y acá viene dos o tres días y juega para la selección en un contexto diferente, con cinco horas de diferencia horaria, con una carga emocional tremenda por lo que le exigimos acá que tiene que ser. No es tan sencillo, hay que estar en los botines de esos chicos.
—¿Somos exitistas? ¿Se siente eso?
—Sí, se siente, te lo hacen sentir. Fue lo que nunca me gustó de la prensa. Uno puede hablar, puede expresarse sobre un partido, pero no ir a la falta de respeto. Lo peor que puede tener un periodista es faltarle el respeto a alguien que está haciendo su trabajo. Podés discutir de fútbol, ya cuando se van por otros carriles, cuando se meten en vidas familiares… Pareciera que se olvidan, piensan que los chicos son máquinas que vienen acá que tienen que rendir, hacer diez goles, volverse allá y «chau, gracias por el trabajo».
—¿Cómo interpretás los desmanejos de la AFA pos Grondona?
—Es muy triste todo lo que pasó. Desde la famosa votación hasta tantas cosas que han sucedido. Tengo esperanzas con la Súper Liga que se puedan empezar a acomodar un montón de cosas dentro del fútbol argentino. Ojalá cambiemos, tenemos todo, tenemos los mejores jugadores en inferiores en cantidad del mundo y tenemos que aprovechar eso. Tenemos la imagen de jugadores que nos representan a nivel mundial, tenemos la cabeza, que es el jugador número uno del mundo. Es el momento de aprovechar, de pensar en todo lo que se hizo mal, de hacer autocrítica. Más allá de que se clasificó, hay que pensar por qué llegamos a esta situación, por qué llegamos al último partido con los cracks que tenemos sufriendo. Qué estamos haciendo mal, qué nos pasa.
—¿Si te dan a elegir River campeón del mundo o Argentina ganando el mundial?
—Elijo las dos, son dos caminos diferentes, son jugadores diferentes, esto es un club y lo otro es nuestro país y es la selección. Ojalá que se puedan dar las dos, sería excelente.
—El hincha de fútbol fanático me dice: «A mí me importa mi club».
—Eso es muy personal, pero cualquier argentino, sea del club que sea, desea con ansias ser campeón del mundo. Sería algo soñado para esta generación con Messi a la cabeza, con Mascherano, o con tantos jugadores que le han dado tanto a la selección durante mucho tiempo, necesitan coronarla con un título importante. Con todos los que hablé me dijeron: «Qué feliz me pone por Messi, que haga los tres goles, que se saque esa mochila de encima con toda la exigencia que le daba». Fue un sentimiento unánime, debe sufrir mucho cuando viene acá y se lo critica tanto y todo el tiempo se lo machaca con que no es el mismo que allá, y que no hace esto, no hace lo otro.
—¿Te quedó alguna asignatura pendiente?
—La Selección, por ahí haber jugado más tiempo. Fui contemporáneo a grandes jugadores. En mi mejor momento en River, Bati y Crespo eran los dos delanteros titulares; después, en mi mejor momento en Europa, ya existían Messi, Higuaín y Agüero, fue muy complicado. Pero puedo darme el lujo de decir: «Yo jugué en la selección», son pocos partidos en los que estuve pero jugué con Messi. Me di ese lujo, yo di el máximo, todo lo que pude. No se puede todo.
—Si tenés que elegir los tres goles de tu vida, los que más te emocionaron. ¿Cuáles son?
—Siempre los goles con Boca son especiales, siempre. En mi vuelta a River, que las primeras tres fechas no podía hacer un gol, contra Quilmes fue un gol importante, una descarga también y me sirvió mucho. Lo más especial y lo que la gente de River más te pide es que le hagas goles a Boca. Creo que como eso no hay nada y es lo que se recuerda. Un partido en La Boca ganar 1 a 0 con mi gol es historia.