Argentina asume la presidencia del G-20 a veinte años de unirse al grupo
Justo 20 años después. Fue en 1998 cuando Argentina recibió la invitación por el gobierno estadounidense para unirse al G-20. Aunque en verdad el anuncio de su incorporación formal llegó con Fernando de la Rúa. Ahora, este jueves, Mauricio Macri presentará la presidencia argentina del grupo que arrancará al día siguiente, 1 de diciembre. Será la primera vez que este encuentro se organice en Sudamérica.
Entre 1998 y el viernes ocurrió de todo. En Argentina y el mundo. El país fue sacudido por la peor depresión económica (2001) desde que se tenga registro y la economía global cayó en la crisis más severa en 80 años (2008). En ese período el G-20 se expandió y consolidó su agenda como evento del círculo rojo mundial. Dejó de ser un encuentro de ministros de economía y presidentes del bancos centrales para juntar a los jefes de Estado del G-20 y organizar rondas de empresarios (B-20), mujeres líderes (W-20), jóvenes (Y-20) y otros sectores de eso que hoy llaman sociedad civil. En definitiva, no son pocos quienes se preguntan para qué sirve el G-20. En la cumbre de este año en Berlín, hubo más de 10.000 manifestantes.
Roberto Bouzas, rector de la Universidad de San Andrés, ayuda a explicar qué es el G-20. “En un contexto de mayor integración económica global y difusión del poder, es un mecanismo de cooperación entre las principales economías del mundo”. Bouzas habla de un contexto de mayor integración y difusión del poder. Ninguno de estos elementos encuentra su correlato en el mundo actual. “La cumbre de 2018 ocurrirá en un contexto bajo el cual la globalización está puesta en tela de juicio”, dice el ex secretario de Industria Dante Sica.
«La cumbre ocurrirá en un contexto bajo el cual la globalización está puesta en tela de juicio» (Dante Sica, ex secretario de Industria)
Pero entonces, ¿qué aporte o cómo puede sacar provecho la Argentina de este evento? Bouzas explica que el país tendría la oportunidad de ejercer cierta influencia sobre la agenda de la cumbre siguiente -Tokio-. Aunque esto también sería relativo porque las líneas de trabajo de estos países ricos y emergentes arrastran inercias de las cumbres anteriores. “El principal aporte que podría hacer Argentina -sugiere Bouzas-, es obtener el compromiso de los miembros a actuar bajo reglas en el sistema internacional. Algo que no ocurre con las prácticas unilaterales”.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, adelantó que «los temas que nos importan, como el empleo, el crecimiento, el cambio climático y la estabilidad financiera, están relacionados con la manera en la que Argentina se integra con mundo».
El encuentro de los jefes de Estados ocurriría en la última semana de noviembre de 2018. Previamente habrán más de 50 reuniones donde desfilarán unos 20.000 funcionarios de distintos niveles que tratarán temas como la economía, las finanzas, pero también el empleo, educación, energía, agricultura, entre otros. Se realizarán en 10 provincias a partir de este viernes cuando, en Bariloche, arranquen las líneas técnicas de los ministerios de Hacienda y bancos centrales.
«Argentina podría aportar a que los miembros se comprometan a actuar bajo reglas en el sistema internacional» (Roberto Bouzas, rector Universidad de San Andrés)
El G-20 se transmitirá por dos canales. Uno de finanzas (Ministerio de Hacienda y Banco Central). El otro de Sherpas (Jefatura de Gabinete y resto de áreas). El primero, acaso, explica el origen del G-20. Fueron las primeras reuniones técnicas del G-7 -más países invitados como Argentina-, al calor de las crisis financieras asiática y rusa. Más atrás, la mexicana. Argentina por entonces era un ‘ejemplo’ a imitar, un leading case. Pero sobrevino 2001 y la pertenencia del país a ese grupo resultó extraña durante unos años, kirchnerismo incluido.
La cumbre pondrá al país en las primeras planas. Habrá elogios. Pero también riesgos para la política local, apunta Bouzas. “La sobreactuación tan presente en las prácticas locales”. Argentina se propondrá mostrarle al mundo que, de una vez por todas, bajará el déficit fiscal y la inflación. Pero también de que esta vez será diferente.