Las siete facetas ocultas de la «diplomacia paralela» que desplegó Cristina Kirchner con Irán
El fallo de Bonadio revela los entramados más oscuros de la diplomacia que funcionó bajo el kirchnerismo por el acuerdo con Teherán
El desnudo de una «embajada paralela» con Irán, el barro de la política marginal mezclado con la alta diplomacia fraguada de reiteradas contraprestaciones, el secretismo de la era Timerman en la Cancillería y la redefinición de la geopolítica mundial de la Argentina bajo el mandato de Cristina Kirchner. Todo ello quedó al desnudo en el fallo de 367 páginas del juez Claudio Bonadio que ratificó la denuncia de encubrimiento de Irán que trazó el fallecido fiscal Alberto Nisman al evaluar el memorándum sellado por el kirchnerismo con Teherán por la causa AMIA.
La cara más visible de todo ello fue Cristina Kirchner que, según el magistrado, «impartió personalmente las órdenes al resto de los imputados» involucrados en la investigación. Ellos son, entre otros, Héctor Timerman, Carlos Zannini, Luis D’Elía, Fernando Esteche, Yussuf Khalil, Oscar Parrilli, Angelina Abbona y Andrés Larroque.
De esta manera, el encuadramiento del fallo Bonadio se sustenta en al menos siete hechos irrefutables de la diplomacia que desplegó el kirchnerismo con Irán:
1- La «embajada paralela». Al igual que el caso de la Venezuela chavista, la Cancillería de Timerman trazó una suerte de «embajada paralela» con Teherán donde el encargado de negocios de la Argentina en Irán en ese entonces, Guillermo García, solo era un decorado de lujo de la diplomacia. En rigor, quien manejó todo el entramado del acuerdo por la causa AMIA fue el encargado de Negocios de Irán en Buenos Aires, Ali Pakdaman. Este personaje que muchos diplomáticos calificaron ante Infobae como un «oscuro cuadro político del servicio secreto iraní», se encargó de los contactos en Buenos Aires. En las conversaciones de D’Elía, Esteche y Khalil aparece este diplomático iraní que ya se retiró de la escena y en estos días debe descansar en una casona italiana que compró al sur de Amalfi. Pakdaman fue el cerebro del acuerdo y para arribar al polémico entendimiento decía que se debía revisar antes la causa de encubrimiento de la causa AMIA donde estaban implicados Menem y Beraja, entre otros. También este formado diplomático habría evaluado con sus contactos con el kirchnerismo el levantamiento de las circulares rojas de los cinco iraníes acusados de perpetuar la logística del atentado contra la AMIA. D’Elía viajó a Teherán varias veces pagado por el régimen de Mahmud Ahmadinejad. De esta forma, se habrían trazado los primeros pasos del entramado diplomático en las sombras que construyó Timerman. El entonces presidente iraní tenía la obsesión de evitar que haya candidatos presidenciales en su país con circulares rojas de Interpol en sus espaldas. En las escuchas telefónicas que presentó Nisman, relató que «D´Elía iba a ver a un ministro para decirle: ‘Yo ya arreglé con la gente iraní la primera reunión en Caracas’. Pero el ministro le decía que había que firmar el memorándum. Del otro lado, en Irán decían que no lo iban a firmar hasta tanto no se cayeran las circulares rojas». No hacen falta muchas más explicaciones.
2- El ex canciller Timerman declaró en su descargo por escrito al juez Bonadio que el memorándum con Irán lo redactó en un hotel de Ginebra del que no recuerda el nombre y con la sola compañía de su contraparte iraní, el canciller Alí Akbar Salehi. Pero el ex canciller no explicó jamás su encuentro previo y secreto en Aleppo donde empezó a gestar el memorándum. El ex embajador argentino en Siria Roberto Ahuad dijo que supo de ese encuentro porque Timerman se lo informó el mismo día que viajó a Damasco. Pero Ahuad no viajó a Aleppo. Tampoco acompañó a Timerman ningún funcionario de la diplomacia argentina. Nadie sabe qué dialogaron y pactaron ambos cancilleres. La diplomacia paralela se desarrolló una vez más a pleno en este entramado.
3- El proyecto nuclear. El ex espía de la SIDE Ramón Allan Bogado sorprendió al juez Bonadio cuando mencionó en su testimonio que hubo 18 anexos con documentación donde estaría probada la existencia de sociedades comerciales fantasma en Argentina y Uruguay que servirían para ocultar los viajes, el intercambio de experiencias y conocimiento, envío de piezas y planos, y los posteriores pagos por estas prestaciones. Todo ello, dijo, apuntaba a crear una red de empresarios que habrían sido el nexo entre los que querían «vender» la tecnología y su asesoramiento para el proyecto nuclear iraní. Nada de esto pudo ser probado aún y resultará complejo de verificarse. Para la experta en temas nucleares de la Fundación de No Proliferación para la Seguridad Global-NPSGlobal, Irma Argüello, «existen pocas posibilidades de que la Argentina pudiera aportar tecnología nuclear a Irán». En diálogo con Infobae, Argüello dijo que si el régimen iraní hubiera querido extraer uranio enriquecido de la Argentina para su proyecto nuclear, podía haberlo hecho de mercados más «accesibles y vulnerables» en África. Así, para Argüello, la existencia de una diplomacia paralela con Teherán tenía que ver más que nada con el levantamiento de las circulares rojas de los involucrados en el atentado a la AMIA.
4- Los negocios comerciales. En este esquema de embajadas paralelas y el memorándum secreto con Irán los resultados más visibles al parecer fueron los económicos y agropecuarios. Según un informe de la consultora Dirección de Negocios Internacionales que dirige Marcelo Elizondo, el comercio con Irán fue mínimo hasta 2005/6. Pero Irán fue el mercado de más crecimiento en el segundo lustro de la primera década del siglo para Argentina (las exportaciones argentinas a Irán llegaron a crecer más de 1.000% en aquellos cinco años). «Desde niveles casi insignificantes en 2005 y 2006, en 2007 llegaron a unos USD 300 millones, y en 2008 ya superaron los USD 1.200, y ese incremento notable las llevó a una cifra que se mantuvo en ese nivel desde ese momento. En 2011 ya llegaron a USD 1.090 millones». Y hacia el 2013 (la firma del memorándum polémico) llegaron a USD 1.202 millones. Luego, señala Elizondo, empezaron a verse afectadas por el descenso de los precios internacionales de los productos de origen agropecuario y bajaron a USD 977 millones en 2014. En 2015 estuvieron en USD 721 millones. Una pequeña anécdota del caso: el encargado de Negocios iraní estaba muy molesto hacia 2012 con la Argentina porque no le aceptaban una compra de trigo que pedía Teherán. Pero Pakdaman cambió de humor luego de 2013 en relación a los acuerdos comerciales bilaterales.
5- Papeles quemados. En la Cancillería aseguran que «no hay constancia alguna» de documentos secretos, mails o memos internos que haya dejado Timerman como rastros del polémico memorándum. En más de una oportunidad, la entonces secretaria legal de la Cancillería, la radical Susana Ruiz Cerutti, aseguró que «Timerman y la ex presidenta no dejaron constancia alguna de documentos reservados» del pacto con Irán. La diplomática argentina solo cumplía con ordenes administrativas y correcciones de forma del memorándum. Pero Bonadio no le pudo probar ningún delito simplemente porque no tuvo acceso alguno a la trama secreta de ese acuerdo. Una vez más, la diplomacia paralela del kirchnerismo funcionó perfectamente. Un funcionario de larga data del Palacio San Martín reveló a Infobae que si hubo documentos o mails secretos se quemaron o pasaron por la máquina destructora de papeles.
6- El viaje a Etiopía. El canciller Timerman viajó a Etiopía en enero de 2013 para firmar el polémico acuerdo con su par iraní Alí Akbar Salehi. Sin embargo, no lo hizo acompañado por algún diplomático de carrera. El entonces canciller viajó acompañado solamente por Alberto Emaldi, uno de los directores de la agencia Télam que se enteró del propósito de ese viaje secreto una vez que aterrizaron en Addis Adeba en medio de un calor infernal de más de 35 grados. Una vez firmado el acuerdo, el director de Télam fue ordenado por Timerman para enviar el cable a Buenos Aires con el anuncio del acuerdo. Nadie más de la diplomacia estructural sabía de ese viaje.
7- La geopolítica mundial. Los más instruidos kirchneristas que pasaron por la política exterior de Néstor Kirchner aseguran que el ex presidente nunca quiso saber nada con Irán y que fue recién en el gobierno de Cristina Kirchner que se estableció, por medio de Chávez, el acercamiento mayor con Teherán. Hay dos personajes clave en todo ello que también aparecen en las sombras de esa diplomacia paralela. Uno es el secretario presidencial Oscar Parrilli y el otro es Carlos Zannini. Ambos monjes negros de la era oscura de este entramado legal con Irán que ahora deberán dar explicaciones ante la Justicia. Los dos eran grandes admiradores de Chávez y de los regímenes como el de Amhadinejad.