Una juninense investiga la lucha de los pueblos originarios del norte argentino
Se trata de la periodista Josefina Garzillo quien viajó durante cuatro años a las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy para conocer las vivencias y culturas de los nativos desde el siglo XIX, cuando las azucareras se enriquecieron con la mano de obra esclava indígena, hasta la actualidad.
Josefina Garzillo es una juninense graduada de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata. Se recibió presentando una tesis acerca de crónicas y fotografías tomadas por Daniel Ayala, de la Región norte de Argentina que se convirtió en libro digital y papel en 2013.
Si bien hoy en día la periodista trabaja con asambleas afectadas por la megaminería, su trabajo comenzó en 2010 cuando hizo un primer viaje por Tucumán, Salta y Jujuy junto al fotógrafo, con quien armó un proyecto para recorrer el interior de las tres provincias.
El objetivo de ese viaje fue tomar testimonios de la realidad laboral y económica de los pequeños pueblos, a partir de entrevistas de profundidad con las personas que viven ahí.
El resultado de esa investigación se llama “Norte Profundo”, un libro digital e impreso que se editó en 2013 que narra las problemáticas socio-ambientales del norte argentino.
Ese recorrido lo pudieron llevar a cabo gracias a una beca del Fondo Nacional de las Artes que eligió ese proyecto periodístico, en el marco de la conmemoración del bicentenario de Argentina.
Norte Profundo narra el aspecto histórico del siglo XIX recuperado a partir de archivo y entrevistas con la gente de cómo las empresas azucareras se han enriquecido con la mano de obra esclava indígena.
Por otro lado relata el presente, con la comunidad de Amaicha del Valle donde “viajé durante 4 años, empecé a formar crónicas porque me parecía muy importante contar en presencia, ya que son pueblos que siguen vivos y manteniendo su cultura”, aseguró la periodista en diálogo con Democracia.
“En 2014 creamos una editorial llamada La Caracola desde donde se fabrican los libros. Es un proyecto independiente”, sostuvo.
Comienzos
“Desde el Centro de Buenos Aires nos inquietaba mucho saber qué tenía para decir el Norte, que había sido tan protagonista de la revolución de 1810 sabiendo que es una zona que está históricamente postergada por los gobiernos y muy olvidada con toda la diversidad cultural, histórica y étnica”, informó.
“Cuando llegamos a Tucumán y previamente informándonos sobre qué temática queríamos explorar, nos encontramos con que esa provincia y Jujuy tienen una historia de corte feudalista manejado por las grandes empresas azucareras en los siglos XIX y XX”, aseguró.
“Hoy en día el ingenio más grande es Ledesma de Jujuy que no solamente produce azúcar, sino que es una empresa agroindustrial con campos en otras regiones del país que creció mucho en los últimos 100 años, con una mano de obra cautiva”, explicó.
“Lo que es la Región de Jujuy, básicamente toda la población vive vinculada al azúcar” subrayó.
El viaje
“Cuando iniciamos el viaje, elegimos comenzar por el sur de la provincia de Tucumán en la zona de los pequeños pueblos que habían crecido por los ingenios azucareros que quedaron devastados con la dictadura de Onganía en 1960, por lo que empezaron a cerrar”, explicó.
“Había comenzado un proceso de industrialización y tecnificación del rubro y empezaron a despedir a los trabajadores. Por ejemplo, la maquinaria comenzó a reemplazar el trabajo del zafrero que es quien hacía toda la cosecha a mano, por lo que muchos pueblos se quedaban sin empleo”, expresó.
“De esta manera, nuestra idea era conocer e investigar cuál era la actualidad de esos pueblos. De esta manera arrancamos con el libro Norte Profundo siguiendo esta ruta del azúcar”, agregó. Y continuó: “Se trata de un libro de crónica periodística acompañada por fotografía documental que fue mi tesis de grado con la que yo me recibí de periodista en la ciudad de La Plata”.
La historia, lucha y el presente
En el libro se encuentran distintas temáticas que se van abordando durante los capítulos. “Por un lado están las cuestiones laborales con pueblos marcados por el azúcar y por otra parte hemos trabajado en Coronel Moldes (Salta), un pueblo con mucha historia de siembra y cosecha de tabaco”, dijo Garzillo.
“En otras localidades nos hemos enfocado, como en Amaicha Del Valle, en recuperar toda la tradición indígena que pertenece al pueblo Diaguita, siendo el único en tener la propiedad de sus tierras desde 1700, porque España se las devolvió, entre las 36 naciones de pueblos originarios que tenemos en Argentina”, indicó.
“Eso fue muy sorpresivo porque no lo conocíamos y nos parecía muy importante darlo a conocer, porque la seguridad que tiene Amaicha sobre sus tierras es bastante excepcional a lo que viven otras comunidades”, comentó.
“Después hay otros capítulos en los que hablamos del carnaval porque cuando estuvimos en la Quebrada de Humahuaca en Jujuy vivimos el desentierro del diablo. La idea era recuperar esa cosmogonía cultural, que si bien en la cultura del Río de La Plata la tenemos, el festejo es totalmente diferente. Hicimos muchas entrevistas a copleros, copleras y comparsas”, subrayó.
“El trabajo termina en La Quiaca, ya en la frontera con Bolivia. Nuestra metodología fue ir viajando e ir viviendo de cómo están en el presente y en la historia”, concluyó sobre el objetivo de ese trabajo.
Asamblear el Mundo
“Norte Profundo fue el puntapié para conocer la organización de los pueblos que están luchando contra el avance megaminero en Catamarca, que este año voy a sacar un segundo libro”, exclamó.
En la actualidad Garzillo es becaria del Conicet y luego de 2013 presentó un proyecto para trabajar con las luchas por el territorio de la Región norte del país. “Después de Norte Profundo quedé muy enganchada con seguir trabajando estas temáticas y me empecé a formar en periodismo ambiental”, informó.
Y continuó: “Yo trabajo con Guillermo Banzato, Ramón Cieza y Matías García quienes son historiadores y agrónomos que me están acompañando en mi trabajo desde hace unos años. Con la investigación de la beca de Conicet comenzamos a dedicarnos a recuperar todas las historias de distintas organizaciones ambientales que se han armado entre Tucumán y Catamarca donde se encuentra La Lumbrera”.
Se trata de la minera de oro a cielo abierto más antigua y grande que tenemos en Argentina. Comenzó a funcionar en la década de 1990 cuando hubo un cambio legislativo y se empezó a explotar minerales “con técnicas muy agresivas con la utilización de cianuro y una sopa química para la separación de los elementos”, remarcó.
“El problema de lo que se está discutiendo es sobre el método que utilizan las minerías para explotar la tierra que es muy agresivo y está contaminando el agua, el suelo, perjudicando los agricultores y a los que vivimos en las ciudades”, aclaró Garzillo.
“Hace falta una discusión de fondo de cómo explotar el mineral escuchando las voces de las personas que viven ahí que se están contaminando. Si uno ve los índices de Catamarca, desde que se empezó a explotar, siguen los mismos índices de pobreza y estas empresas se instalan en el lugar con la promesa de trabajo”, confirmó.
“Después de 25 años la gente se está dando cuenta de que esto era una gran mentira, ya que los habitantes no han salido de las condiciones de postergación estructural de la que siempre estuvieron”, subrayó.
“Estoy terminando este trabajo, llamado Asamblear el Mundo que si todo sale bien lo editamos este año. Es un libro de crónicas periodísticas que narra la historia de cómo estos pueblos han comenzado a informarle al país de qué se trata, proponer proyectos productivos no contaminantes y a revalorizar el trabajo de los artesanos y agricultores de la zona”, concluyó.