Señor Presidente, usted ha mentido
El presidente sostuvo que “no hay vocación” de financiar a la Argentina si no se demuestra que se va a recortar el gasto público. Confirmó que hay que acelerar el recorte del déficit
Por M.R.CH. V. de B.
Ayer, por primera vez tras la crisis financiera agudizada en las últimas jornadas, el presidente Mauricio Macri habló en conferencia de prensa.
Las expectativas eran altas, pero se diluyeron apenas el jefe de Estado rompió el silencio para dar por superado lo que el llamó “turbulencia cambiaria”, que en unas pocas semanas le costó al país US$10.000 millones.
Jocoso, entre sonrisas y algún que otro chiste (“ni agua tengo de tanta austeridad”, bromeó), Macri no dijo la verdad. Celebró como un triunfo lo que, como hemos dicho, es pan duro para hoy y hambre para mañana. Festejó que, por ahora y pese al salto de ayer a $24,79, el dólar esté aparentemente estable. No dijo que los costos: renovarle las Lebacs a los capitales golondrinas o “buitres” a un interés del 40%, para evitar una fuga de divisas que en cuestión de tiempo volverá a desatarse. Para que el lector se haga una idea, a mitad de junio la entidad monetaria tendrá que pagar unos $20.000 millones más por esos intereses.
La contrapartida será más recesión, menos consumo, recorte en la obra pública y más desempleo. En el reino de la especulación, no hay actividad productiva que deje una rentabilidad del 40%. Como en el resto del país, en la capital de la Provincia el mercado interno agoniza, empresas que generaban trabajo bajan sus persianas, empujadas a la desaparición por los altos costos, presiones impositivas, tarifas que se vuelven inalcanzables para los comerciantes, aunque el Presidente considere que “no están carísimas”.
A nada de esto aludió Macri. En cambio, reconoció como única autocrítica haber sido “muy positivo”, responsabilizó por la crisis al mundo y a la herencia recibida, conformándose con que “ahora no hay nadie tirando bolsos en un convento”.
Sin embargo, con una retórica que asusta de tan kirchnerista, apeló a una realidad paralela, a sus mentiras de patas tan cortas: aseguró que llevamos “un año y medio de crecimiento sostenido”, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no impondrá condiciones para otorgar su préstamo, que el acuerdo “es para asegurar el futuro de los argentinos”, “para garantizar el crecimiento”.
Mintió, porque en su último informe sobre la Argentina, el FMI exige, entre otras medidas para bajar el déficit, “simplificar los procedimientos de los despidos colectivos”, “disminuir el nivel de las indemnizaciones”, a la vez que reclama acelerar la reforma laboral y previsional. En otras palabras, atentar contra derechos que costaron años de lucha y dignidad.