Reciclar dióxido de carbono, la nueva meta contra el cambio climático
La idea es convertir este gas incoloro en combustible para terminar con la obtención del petróleo bombeado del subsuelo. Una realidad que no está muy lejos de concretarse
Algún día, quizá bastante cercano, el combustible que usamos diariamente podría proceder del dióxido de carbono (CO2) extraído directamente del aire en vez del petróleo bombeado del subsuelo.
Parece algo extraño e increíble. Sin embargo, ingenieros canadienses han demostrado la viabilidad técnica de una forma rentable, y adaptable para su uso a gran escala. La idea es terminar, de alguna manera, la presencia de CO2 en la atmósfera, demasiado excesiva y que aumenta preocupantemente por culpa de las emisiones de ese gas derivadas de actividades humanas.
La tecnología de captura directa de CO2 en el aire funciona casi exactamente como suena. Ventiladores gigantes llevan al aire ambiental a entrar en contacto con una solución acuosa que atrapa a este gas.
A través de su calentamiento y de un puñado de reacciones químicas, ese CO2 es extraído y preparado para un uso adicional, como fuente de carbono para producir sustancias valiosas como combustibles, o simplemente para ser sepultado en el subsuelo de un modo que le impida regresar a la atmósfera.
No es solo una teoría: en unas instalaciones de captura y procesamiento de CO2 en Canadá se está ya consiguiendo tanto la captura del mismo como la generación de combustible a partir de él.
La idea de la captura directa de aire no es nueva, pero la puesta en marcha exitosa de una planta piloto funcional rentable y ampliable para operar a gran escala sí lo es.
Después de llevar a cabo análisis y cálculos minuciosos, el equipo estimó que hacer realidad la captura directa de CO2 del aire a una escala significativa costará aproximadamente entre 94 y 232 dólares por tonelada capturada, mucho más barato que lo estimado en diversos análisis teóricos, donde se han barajado cifras de hasta 1.000 dólares por tonelada.