Artesanos de adoquines temen el fin de una tradición de siglos de antigüedad
El tradicional empedrado de Portugal, un rasgo distintivo de las calles de Lisboa, está bajo amenaza debido a que los jóvenes no se vuelcan en el trabajo artesanal de siglos de antigüedad por los bajos salarios.
Fabricados con pequeñas piedras negras y blancas que son colocadas formando olas y figuras geométricas, el pavimento se remonta al siglo XV y ha sido exportado por todo el mundo hacia las excolonias de Portugal, desde Río de Janeiro hasta Macao.
Jorge Duarte, un trabajador que pavimenta calles desde 1988 y enseña en la Escola dos Calceteiros, la única escuela dedicada a esta artesanía en Lisboa, está preocupado por que la tradición muera si los salarios no suben para atraer a los jóvenes.
«Amo lo que hago, es una profesión hermosa y la gente no sabe cuán difícil es», dijo el hombre de 56 años mientras martillaba un adoquín negro. «Quienes están en el poder aún tienen tiempo de salvarlo pero, si seguimos ignorándolo, se acabará», agregó.
Teresa Gouveia, una historiadora de la escuela, dijo que este oficio enfrenta una crisis ya que sólo quedan 10 personas que hacen el pavimento en Lisboa en este momento, en comparación con «los 400 que había en el siglo XVIII».
«Es una profesión difícil y mal pagada, así que los jóvenes son más propensos a dedicarse a la tecnología de la información y a nuevas tecnologías en lugar de hacer algo artesanal», dijo Gouveia.
La mayoría de los trabajadores que pavimentan la ciudad son empleados por el Ayuntamiento de Lisboa y ganan el salario mínimo de 580 euros por mes.
La escuela de adoquines fue creada en 1986 con la esperanza de mantener la tradición. Pero aún cuando tiene asociaciones con centros de empleo y da cursos durante el año, la mayoría de sus estudiantes, especialmente los jóvenes, no se quedan en la industria.