Mosuo: así se vive en el reino de las mujeres
En las laderas de China, al pie del Himalaya y bordeando el Tíbet, se encuentra el reino de las mujeres. Habitado por unas 40,000 personas que conforman la tribu Mosuo, este milenario pueblo sentó las bases de su sociedad de una manera única: un linaje materno y el amor libre y sin prejuicios.
El pueblo se asienta desde hace siglos a las orillas del lago Lugu, que significa Mujer. En torno a este lago tiene origen el mito de la creación para la cultura Mosuo.
La historia cuenta que una abuela alimentaba a sus cerdos en el campo cuando desde las montañas comenzó a bajar agua que lo inundó todo. La anciana usó su pesebre como barco y fue la única en sobrevivir. Y así comenzó a gestarse una sociedad donde la mujer escribe la historia y es protagonista.
Las abuelas mandan
Los Mosuo viven de manera colectiva y multigeneracional, es decir, que los hijos nunca abandonan su hogar. Toda la familia reside en una misma casa y con una mujer encabezando el clan. El hermano de la madre es la única figura masculina que tiene un papel destacado.
Los hombres trabajan para sus hermanas y le entregan el dinero ganado a su madre para que lo administre. Son las mujeres las dueñas y jefas del hogar, las que toman las decisiones de la casa y a ellas les pertenece la propiedad.
“Las riquezas, los bienes y viviendas pasan de madre a madre al morir y esto otorga a las mujeres mosuo una gran autoridad y libertad”, explica un artículo de BBC.
Sin embargo, los hombres ejercen un poder político importante en la vida pública.
Matrimonios ambulantes
Para ellos no existe el concepto de matrimonio ni el matrimonio como institución, sino que practican la “unión libre”. Mantienen relaciones abiertas y sin prejuicios. Las mosuo pueden elegir y cambiar de parejas tantas veces como deseen. “Esta estructura favorece el libre albedrío femenino por encima de la dependencia masculina”, explica National Geographic.
Un dato curioso es que las parejas no viven bajo el mismo techo, e incluso la tradición establece que los hombres solo pueden visitar a las mujeres por la noche. Por eso a estas uniones se les conoce con el nombre de “matrimonio ambulante”.
Los hombres también quedan fuera de la crianza y la educación de sus hijos, quienes quedan en la familia de su madre de por vida. De hecho, la palabra “padre” no existe en su dialecto. Son los hermanos y tíos quienes desempeñan ese papel paternal.
A pesar de ser una cultura que busca basarse en la libertad, el gobierno chino les permite tener hasta tres hijos por considerarlos minoría étnica.
Ritual de la mayoría de edad. Lo hacen las jóvenes a partir de los 13 años para poder emprender una relación amorosa. Consiste en poner un pie sobre un saco de arroz y otro sobre la piel de un cerdo seco, y pedir como deseo una vida con abundancia.
Creencias peculiares. La religión es una parte importante de su vida y está compuesta por dos creencias coexistentes: la influencia del budismo tibetano y Daba, una fe propia que desde hace miles de años es transmitida de generación en generación, basada en principios animistas, el culto a los antepasados y a la Madre Tierra.
Una de sus creencias más inusuales está ligada a la veneración de los perros. Cuenta la leyenda que los perros solían vivir 60 años y los humanos solo 13, y que un día acordaron modificarse a cambio del respeto de los hombres a los perros.
Hasta hace un tiempo la lejanía de la región les había permitido preservar costumbres. Pero desde 2015 una carretera y un aeropuerto cerca aumentaron las visitas de turistas, y con ello la llegada de nuevas creencias y prácticas.
“Los jóvenes muchas veces se sienten atraídos por esa idea de amor romántico que ven en las películas chinas y cada vez es más frecuente que elijan casarse de la manera tradicional china: viviendo juntos como pareja y aceptando votos de unión de por vida”, explica BBC.
De todas maneras, los mosuo han demostrado ser una cultura fuerte. Durante el régimen de Mao Tse-Tung, los hombres tuvieron la oportunidad de adjudicarse los títulos de las tierras ¡pero ninguno aceptó“. El gobierno intentó con mano dura y presión pero jamás consiguieron arraigar el patriarcado.