Agua y Soda Olego cumplió 90 años de trayectoria
Su titular, Alfredo Olego, contó en Radio Rojas la historia de la firma que emprendió su abuelo Ignacio Olego. Habló del presente y de los próximos años. “Ojalá lleguemos al centenario”, dijo el empresario
Es una empresa testigo de la historia de nuestra ciudad y de la región, ya que Agua y Soda Olego trascendió las fronteras del pago chico y hoy sigue firme de la mano de su actual titular, el contador Alfredo Olego, quien en el aire de la FM 92.5 MHz brindó una serie de anécdotas acerca de su emprendedor abuelo, Ignacio Olego, quien fue el precursor en el rubro, como así también en otras actividades. “Mi abuelo le agregaba trabajo y rubros a lo que ya hacía, él tenía un horno de ladrillos”, comenzó diciendo.
“Si bien no hubo festejos, no deja de ser una alegría estar tantos años vigente, ya que mi abuelo empezó en el año 1910 con hornos de ladrillo, en el año 1920 puso un almacén de ramos generales en la esquina de Rocha y Aspirante Gazo y en el año 1929, cuanto tenía los hijos crecidos y en edad de trabajar, puso la fábrica de soda, sin dejar los rubros anteriores” y agregó “también en esa época empezaron a fabricar una gaseosa que se llamaba ‘la bolita’, porque las botellas tenía una bolita dentro que cuando se llenaban le hacía de tapón”.
En la década del 40, según cuenta Alfredo, la firma adquirió una máquina fabricadora de hielo en barra, ya que no había heladeras como en la actualidad. Ya en el año 1965 era una empresa distribuidora mayorista de bebidas. Se vendía primeramente el sifón blindado de soda, hasta que apareció el envase de vidrio y posteriormente el de plástico. Ahora se vende el agua en bidones de plástico y en botellas.
También relata Alfredo que en la década del 70 la empresa fabricaba y vendía jugos de fruta en toda la provincia de Buenos Aires y en La Pampa, en la década del 80 se dedicó a la fabricación y venta de gaseosas, producto que tenía gran salida en el Gran Buenos Aires y en Rosario.
“Mi abuelo agregaba rubros, porque en el año 1929 empezó con la fábrica de soda y aun está vigente, también tenía una confitería que se llamaba El Molino y abarcaba gran parte de la esquina de Iribarne y Eva Perón, haciendo cruz con la Municipalidad”, describió el nieto de aquel visionario que encaró una serie de emprendimientos mientras el mundo comercial se hundía con la depresión económica estadounidense precisamente del año 1929.
“Mi abuelo llegó a tener siete depósitos en Buenos Aires con el horno de ladrillos, porque se cargaba en tren y los tenía en Lacroze, en Linch y dejó el rubro en 1960 habiendo empezado en 1910” y agregó “hasta que siguió mi padre con los hermanos, comprando luego la parte para seguir solo como Alfredo Olego, y después vengo yo con la firma ‘La Excelencia SA’ hasta el presente”.
Sobre la continuidad de la empresa en manos de la familia, Alfredo fue realista y dijo “es difícil que mis hijos vuelvan porque Alfredo, el mayor es abogado y está trabajando en Rosario; Fernando es ingeniero químico y está trabajando, por lo que ninguno de los dos tienen como objetivo hacerse cargo y es lo que nos hace hacer un planteo porque tenemos mucha edad para seguir luchando”.
Cuéntenos la historia de los Olego.
Alfredo: Mi abuelo Ignacio era un inmigrante, que como la mayoría, venía sin nada escapándole a la miseria y a la guerra con el objetivo de encontrar paz y trabajo para poder hacer crecer a su familia. Empezó en 1910 con horno de ladrillos, después en 1920 puso un almacén de Ramos Generales, en la esquina de Aspirante Gazo y Dardo Rocha. Esto era también despacho de bebidas. En 1929, en plena crisis mundial abrió la fábrica de soda. Estoy seguro que él ni enterado de la quiebra de la bolsa de Nueva York, su objetivo era hacer, producir.
Aquí ya estaba acompañado por sus hijos, que estaban en edad de trabajar. Cuando incursionaba en un rubro nuevo lo sumaba a los anteriores e iba creciendo. Fabricaban soda y luego, (siempre buscando algo nuevo) una gaseosa a bolita, LaChinchibira, la bolita al llenarla, hacía de tapón.
En 1940 puso una fábrica de hielo, donde hoy está la farmacia, que estuvo en marcha hasta el año 80 hasta que aparecieron los freezers.El hielo se consumía muchísimo para los casamientos, fiestas de fin de año, bailes etc.
Dentro de la fábrica de soda, se fueron incorporando innovaciones como el sifón blindado, los jugos de fruta, el sifón plástico, la gaseosa.
Su abuelo fue un visionario ¿Quiénes tomaron la posta?
Alfredo: Primero fue Ignacio Olego e hijos, después Olego hermanos, luego Alfredo Olego les compró la parte a sus hermanos, y ahora Alfredo Miguel Olego, que soy yo. Todos los Olego hemos apostado a producir, lástima que a mis hijos no les pase lo mismo… las circunstancias de la Argentina son distintas.
Mis hijos es difícil que vuelvan. Alfredo, el mayor, es abogado, tiene su estudio jurídico y le va muy bien. Fernando se recibió de ingeniero químico y está trabajando también en Rosario. Ninguno de los dos tiene el objetivo de volver. Ellos fueron testigo de lo duro que es apostar a producir en Argentina. Dicen que las cosas tendrían que cambiar mucho para abocarse a hacerlo. Tal vez, después cambien .Espero que no sea tarde, porque ya somos grandes para tanta lucha y más de una vez nos planteamos ¿para qué seguir con tanto sacrificio?
Pero mientras estamos en marcha, no podemos dejar de incorporar innovaciones. Nos manejamos con un producto que es vital, seguimos apostando a los cambios. Pusimos nuevos equipos, con tecnología de punta para poder brindar al cliente un producto de excelencia: el agua filtrada y purificada con ósmosis inversa, mineralizada y tratada con ozono e iones de plata. Así hemos logrado un producto de primerísima calidad, igual o mejor que cualquier primera marca del mercado argentino. ¿Por qué? Porque es la salud de la gente, no nos importa otra cosa. Así hemos llegado a nuestro último y gran logro: el Agua Olego Bajo Contenido de Sodio.
Nuestra preocupación siempre ha sido el agua, por eso siempre hemos sido los primeros en incorporar cambios, o sea brindar al cliente lo mejor porque el problema del agua es muy grave porque esta en juego la salud de la gente y ellos son clientes. No es cuestión de mezclar aguas para que te den los análisis como fabricante. Los nitritos, los nitratos, los fluoruros y los cloruros siguen estando igual y siguen envenenando igual. Es cuestión de responsabilidad.
Esto ya no es el problema de Rojas, Pergamino o Salto, es el problema de todo el norte de la provincia y del sur de Santa Fe o sea del acuífero Puelche que es la mayor reserva de agua dulce potable y que ya dejó de serlo por la contaminación de los residuos sólidos urbanos, los basurales, los agroquímicos, el glifosato (tan usado en nuestra zona) las concentraciones de animales, los feed lots: los residuos de la materia fecal y del orín van derecho a las napas. Esto no es un problema de tal o cual intendente porque es imposible tratar el agua a nivel municipio porque es carísimo hacerlo. Ellos lo hacen desde el punto de vista bacteriológico clorándola, que aunque tenga un gusto feo está libre de bacterias, pero no lo pueden hacer desde el aspecto químico.
¿Qué mensaje deja hoy, al haber llegado a los 90 años?
Olego: “Siento el orgullo de tener una marca que logró estar vigente 90 años y no es poca cosa, eso ha sido por esa fiel clientela que nos acompaña, en muchos casos, desde hace tres generaciones a la que le doy las gracias porque sin ellos no hubiéramos llegado hasta aquí”.