La cosecha fluye, pero hay incertidumbre sobre el negocio
En todas las zonas de la región central, las labores de recolección de soja y maíz fluyen con cierta normalidad. A pesar de que con inicio de las tareas de cosecha, reconocen los técnicos y productores, hubo cierta desorganización en la demanda de camiones, debido al coronovirus, luego todo se regularizó. También el envío al Puerto de Rosario es fluido, luego de registrarse picos de descarga que generaron largas colas. Por esto, muchos camioneros evitaban los viajes al puerto, otro aspecto que se modificó también.
“Realmente, bajo estas condiciones de trabajo y sin tráfico en las rutas, la cosecha, la carga y el envío a puerto funciona a las mil maravillas. Cargamos el camión a la tarde, descarga a la noche en Rosario y a la mañana siguiente está cargando otra vez en el campo. Es muy relajada la tarea y en este sentido coinciden varios colegas”, cuenta Luis Negruchi, productor y asesor en el sur de Santa Fe, relatando lo que pasa en Maggiolo, localidad que está en esa zona.
Confirmado que se está cargando mercadería en plantas de acopio y puertos, más el embolsado en el campo, por ahora, este esquema transmite tranquilidad respecto a que se pueda suceder con una parte de la cadena de pagos.
“Como fluye la cosecha, yo sé que le voy a poder pagar al contratista, él a sus empleados, también va a cobrar el camionero y, de esa forma, se espera que el circuito siga vigente en los pueblos. Por ejemplo, los primeros camioneros que negaban a viajar al puerto por las congestiones, rápidamente entendieron que si no hacían se estaba cortando toda esta cadena, que también los perjudicaba. De todas formas, suponemos que tendremos complicaciones con cheques, transferencias o de la entrada de dinero ya que no está muy ágil el sistema financiero”, agrega el asesor.
cosechadoraTeo Zorranquín, consultor y asesor de empresas agropecuarias, también va en la misma dirección que Negruchi. “Quizás haya un poco de tensión en la cadena de pagos del sector, inicialmente, pero se va a acomodar. Tal vez se tensa más porque se espera una menor producción de soja, respecto a lo estimado hace un mes y esto puede generar algún desajuste más hacia el segundo semestre”, dice Zorraquin.
De evitarse las interferencias en la cadena, el sector debería tener liquidez. “Además, para productores calificados, que son muy pocos, los bancos está prestando dinero al 24% y eso es favorable para el negocio”, comenta.
A partir de que este contexto financiero está, aparentemente, activo y vigente, el gran interrogante es cómo sigue el negocio y las futuras decisiones.
“Nuestras primeras estimaciones para la campaña 2020/21 las hicimos con una soja de 240 dólares la tonelada y vale 205 dólares, más allá que parte de esta pérdida económica la estamos empatando con buenos rendimientos. Por eso, aunque todavía no se habla nada, los alquileres deben ajustarse a la baja porque el negocio se achicó”, dice.
La realidad, admite, es que para los arrendatarios los márgenes son muy finos, pero para el dueño del campo también se complicó porque aumentó todo y no alcanza. “Dos quintales menos de alquiler con una soja más abarata es mucho menos”, reflexiona Negruchi.
Otro asesor y productor que aporta su opinión es Sebastián Villena, quien recorre una extensa ruta desde el sur del Entre Ríos hasta sur bonaerense. “La cosecha en el norte de Buenos Aires recién comenzó, pero los productores sabían de los trastornos logísticos y por eso se cubrieron comprando más bolsas. Seguramente, guarden un poco más de granos, pero en 10 a 15 días deberán extraerlo para enviar la mercadería”, sostiene.
Villena también asegura que la cadena de pagos será un poco más lenta y todo supeditado a que se produzca fluidez con el comercio de mercadería.
Por su parte, apunta contra el tema de alquileres. “La realidad es que el negocio no está dando sobre campos alquilados y deberemos sentarnos a renegociar los precios de los arrendamientos. Esa es la discusión que viene para la nueva campaña”, manifiesta.