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Quién es Juan XXIV, el posible sucesor de Francisco

Juan XXIV será el sucesor del papa Francisco dentro de cuatro años. Al menos fue la respuesta que el Pontífice le dio en una audiencia privada al obispo de Ragusa, Italia, monseñor Giuseppe La Placa, cuando éste quiso confirmar su presencia en los actos del 75 aniversario de la creación de su diócesis, en 2025.

Ciertamente se trató de una broma, pero recurrente, que había hecho en anteriores oportunidades.

Y no es porque esté pensando en renunciar: «Ni se me pasó por la cabeza», enfatizó en la entrevista que le realizó la COPE en septiembre, cuando la prensa italiana especulaba, luego de la operación de urgencia a la que había sido sometido poco tiempo atrás, a los 85 años, cuando le extirparon unos 30 centímetros de intestino.

De todos modos, Francisco se apresta a festejar su cumpleaños el próximo 17 de diciembre con problemas de salud que se han ido multiplicando: de hecho, desde los 21 años trae parte del pulmón derecho extirpado, debido a una grave infección.

Arrastra asimismo problemas de vesícula, corazón y en el ciático, más una afección en la columna, que le dificultan la movilidad.

Aun con este delicado cuadro de salud debe seguir con un ritmo de audiencias y viajes impropio de una persona de su edad y estado sanitario.

Los analistas afirman que el Papa es consciente de que su tiempo al mando de la Iglesia no podrá ser muy prolongado y que busca influir en la elección de su sucesor, por lo que al haber lanzado Juan XXIV reveló su preferencia por un perfil similar al suyo.

Reformador

Este «candidato» sería como un gran reformador, ya que su antecesor Juan XXIII se destacó por haber convocado el Concilio Vaticano II que implicó el mayor «aggionamiento» de la Iglesia en los últimos siglos.

Si finalmente logra imponerlo, significará una continuidad y si no lo hace, habrá una ruptura desde el mismo momento en que ese nombre sea anunciado en la plaza de San Pedro.

Francisco fue el Papa que más cardenales electores lleva nombrados de los 121 menores de 80 años que integran por ahora el cónclave: 70 contra 38 de Benedicto XVI y solo 13 de Juan Pablo II.

Sin embargo, antes de diciembre de 2022, la composición cambiará: 11 cumplirán la edad de jubilación, por lo que es muy probable que Francisco convoque un nuevo consistorio, la ceremonia de creación de cardenales y sume una decena más de electores.

En este contexto cabe esperar que el cónclave que designará a su sucesor sería totalmente francisquista, ya que dispondría de los dos tercios de mayoría necesaria para elegir al nuevo pontífice, de acuerdo con las normas establecidas por Benedicto XVI.

Que el antecesor, Benedicto XVI, siga todavía vivo, configura una situación extraña en la Iglesia, en la que coexisten dos papas, y no son pocos los detractores de Francisco que siguen otorgando la legitimidad a Ratzinger.

¿Qué hubiera sucedido entonces si hubiese prosperado la presión para hacerlo renunciar al actual emérito? Que habría tres Papas en cuanto se le designara sucesor.

Al elegir Francisco su Juan XXIV, rememora a Angelo Roncalli – Juan XXIII- quien fue ungido a punto de cumplir los 78 años, precedido por una fama de conservador. El propio Bergoglio lo canonizó en 2014.

Pero terminó sorprendiendo a la Iglesia y al mundo con la convocatoria del segundo Concilio Vaticano.

Renovó la liturgia y sustituyó el latín por las lenguas vernáculas. Apostó por el ecumenismo, se abrió al papel de los laicos en la Iglesia y se acercó al mundo contemporáneo para establecer un diálogo centrado «en lo que nos une y no en lo que nos separa».

¿Se sabe quién sería el Juan XXIV de Francisco? A quien se tiene como un suyo es el jesuita filipino de 64 años, a quien responsabilizó del manejo de Cáritas Internacional y puso al frente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, como prefecto, además de nombrarlo presidente de la Federación Bíblica Católica.

Es el obispo de Manila, se llama Luis Antonio Tagle y se lo conoce como cardenal Chito.

Pero aún con el concilio numéricamente de su lado, no va a ser sencillo para Francisco imponer una línea de sucesión dentro del clima adverso en un sector importante de la Iglesia.