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Indec: La mentira tiene patas cortas

Lejos de ser un espejo de la realidad, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) más bien devuelve el reflejo de Guillermo Moreno, recordado por intervenir el organismo en tiempos del Kirchnerismo, sin medir la pobreza y ocultando todas las cifras, mientras crecían el hambre y la indigencia.

Lo dijimos ayer. Lejos de ser un espejo de la realidad, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) más bien devuelve el reflejo de Guillermo Moreno, recordado por intervenir el organismo en tiempos del Kirchnerismo, sin medir la pobreza y ocultando todas las cifras, mientras crecían el hambre y la indigencia.

Ahora, el Indec macrista informa que el nivel de desocupación bajó al 7,2% en el cierre de 2017, cuatro décimas menos que igual período de 2016. Todavía más, los datos oficiales aseveran que un tercio de los ocupados están en negro, algo que no deja margen para el asombro.

Las preguntas, se caen de maduras: ¿Cómo hace el Gobierno para relevar ese empleo no registrado? ¿Acaso las PyMES se autodenuncian y admiten la evasión impositiva? ¿Los funcionarios recorren hogar por hogar para saber si hay gente que, por ejemplo, corta el pasto y la incluyen entre las cifras?

Jornada tras jornada un comercio baja la persiana, una fábrica deja de producir, se pierden puestos de trabajo a granel en sectores productivos como el textil, pero también en emprendimientos estratégicos como los yacimientos de Río Turbio o en el Astillero Río Santiago, que pasó de ser el más importante de Latinoamérica a estar en vías de desaparición.

Mientras esa realidad asola y golpea en la cara de los más vulnerables, el INDEC prolifera en sus mentiras. El Presidente y sus funcionarios hablan de una inflación que baja y una economía que crece, desdeñan la inversión y privilegian la patria financiera.

El Estado se ausenta y quienes gobiernan son las empresas monopólicas, que digitan el mercado a su antojo, abandonando a su suerte a los sectores más vulnerables que esperan por el derrame de una riqueza que nunca les llega.

Pero habrá una hora en que caerán las máscaras y la verdad emergerá. Porque la mentira, se sabe, tiene patas cortas.