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Recesión, la apuesta para bajar la inflación

Suponiendo que el dólar y la inflación se estabilicen, será a costa de una mayor recesión y caída en la capacidad de consumo de los trabajadores

En su primera conferencia de prensa, el flamante presidente del Banco Central, Guido Sandleris, anunció que la entidad intervendrá en el mercado cambiario solo si el dólar supera los $44. Si eso ocurre, el Central limitará su intervención a US$150 millones por día, sin importar el valor que alcance el dólar.

Ahora bien, suponiendo que el dólar y la inflación se estabilicen, será a costa de una mayor recesión y caída en la capacidad de consumo de los trabajadores. Sin reparar en lo que Sandleris no dijo: que con la recesión sola no alcanza y que el acuerdo con el FMI demanda despidos masivos en la administración pública.

El nuevo jefe del Central anunció también que para combatir la inflación se dispondrá de “una tasa de crecimiento cero de la base monetaria” desde ahora hasta junio de 2019. La reducción en la circulación de pesos implica una fuerte contracción del crédito y la economía, y una tasa de interés muy alta, lo que podría provocar un desplome impredecible en el nivel de actividad, que en julio cayó 2,7% con respecto al mismo mes del 2017 y acumula cuatro meses en baja, según el propio Indec.

Las medidas anunciadas por Sandleris -que debutó en el Central con el dólar en alza (cerró en $39,45)- permitirían que la divisa y las tasas de interés suban sin límite para frenar la inflación.

Al limitar el dinero circulante, si suben los precios se reduce la cantidad de operaciones que puedan concretarse, y eso pondría techo a la inflación. Si los pesos se van hacia la compra de dólares, podría subir su cotización pero hasta agotar los pesos disponibles. Una receta del FMI, que podría depararnos efectos -en la caída del salario y la recesión- impredecibles.