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El gobierno y lo que podría venir

CFK sigue resultando un problema enorme para el peronismo institucional tipo Miguel Pichetto: la tradicional filosofía movimientista sigue estando del lado de CFK, y el peronismo institucional mantiene su imitación de Ítalo Luder. A Mauricio Macri le conviene que el dilema no se resuelva.

Por LUIS ALEJANDRO RIZZIAbogado especializado en Derecho Comercio, con experiencia en la gestión del aerocomercio.

 

Se conjetura que, a partir del lunes 23/10, el llamado por Jorge Asis, “tercer gobierno radical”, podría pasar a ser el gobierno de Mauricio Macri pensando ya en 2019.

Si esto fuera así, el “partido del balotaje”, tal como lo llama Ignacio Zuleta, dejaría de ser una simple coalición electoral antikristinista y también antiperonista, para convertirse en una nueva fuerza política autónoma con visos de alianza en la que el radicalismo seria más bien una fracción interna.

Este nuevo partido político se consolidaría si lograra la reelección en 1ra. vuelta en el 2019, lo que mercaría el nacimiento de una nueva era política, sobre la que no se puede abrir aún juicio de valor, ya que lo diferente o lo nuevo puede ser mejor, igual o peor.

La pregunta que nos debemos hacer es sobre el futuro del peronismo.

Es obvio que todo dependerá de “Kristina”, quien con sus más y sus menos se ha convertido en una suerte de “tótem” de un sector social que la sigue que oscila entre un 20% y 30% de la sociedad.

No hay que buscar otra explicación ni menear la corrupción que ella, en definitiva, delega en sus desleales funcionarios, a algunos de los cuales odia.

Si, tal como todo lo hace suponer, llegará al Senado de la Nación, tendrá una tribuna o más bien escenario para desarrollar a pleno sus cualidades actorales convertida en una suerte de Beppe Grillo, al revés (éste desde la escena llegó a la política y Kristina desde la política llegó a la escena, que es donde más luce para sus seguidores y donde los atrae).

Para Kristina la política es representación, no es ni gestión ni idoneidad ni calidad.

A sus seguidores no sólo les gusta su guion o libreto sino también cautivan sus representaciones, capaces de despertar todo tipo de emociones que luego se traducirán en votos.

Esto al peronismo institucional le plantea un problema que hasta ahora nunca tuvo ya que su filosofía movimientista le permitía albergar a los militantes de la izquierda y la derecha en un abanico muy amplio.

Kristina en su papel emocional actoral, no ideológico, rompió ese abanico y se llevó ese 20% o 30% que por ahora y, por un tiempo, le pertenecerá ya que los cambios sociales necesitan por lo menos una generación para manifestarse y para el peronismo es mucho tiempo.

Así como Lilita Carrió se ha convertido en una suerte de fiscal moral del partido gobernante, Kristina será por un tiempo la fiscal de la pobreza y la indigencia con sus sofismas como el de “ajuste o justicia social” que causan impacto emocional.

Esto para el peronismo será muy difícil de resolver ya que la figura que puede competir en su mismo terreno con Kristina es Maria Eugenia Vidal, que es oficialista.

La gobernadora también sabe administrar las emociones, pero no lo hace desde la representación, como Kristina, sino sabiéndose ubicar en el lugar de la pobreza y la indigencia y trasmitiendo un genuino sentimiento de solidaridad.

Ortega decía que la vida es un gerundio y Maria Eugenia Vidal ha logrado hacer un gerundio de la política, aleando la emoción a la política que es la carencia de Mauricio Macri y parte de su llamado “equipo”.

Macri, puede ser un buen gestor, pero siempre aparece alejado, pese a sus esfuerzos, solo sabe trasmitir frialdad.

Para los que tenemos algunos años es bueno recordar el discurso de Arturo Frondizi en Plaza de Mayo el día que asumió la Presidencia de la Nación, el 1 de mayo de 1958.

La plaza estaba acostumbrada a su relación con Perón, ese día la gente era otra, en el balcón no estaba Perón, y se notó una distancia entre la gente y el gobierno que Frondizi nunca logró superar, quizás porque no tuvo a Maria Eugenia Vidal.

Eva Duarte fue pura emoción, sin gestión, Perón fue caudillo y demagogo, la gobernadora de la Provincia, ha logrado aunar, tal como lo dijimos, la emoción con la gestión y la política como sustento de la esperanza

Quizás estemos en presencia de un nuevo caudillismo o si se prefiere, liderazgo político.

Realmente ese será el cambio o la famosa “revolución pendiente” que esta vez será institucional.