Elección y represión
El gobierno nacional de la Alianza PRO/UCR que encabeza Mauricio Macri reacciona con furia y bronca. Lo hace ante la desaparición del ciudadano Santiago Maldonado. Lo realiza hacia los periodistas que critican la gestión oficial. Lo lleva a cabo hacia jueces laborales a quienes tildan de formar parte de una mafia. También pretende destituir por decreto a la Procuradora General Alejandra Gils Carbó.
El ataque contra los magistrados del fuero de los trabajadores y abogados laboralistas también tiene en la mira a las organizaciones gremiales. Pareciera ser un combo expectante al resultado de los comicios del 22 de octubre próximo.
En esa elección, se juega algo más que la composición de uno de los poderes de la República, quizá el más cargado de democracia para integrar el Parlamento de legisladores oficialistas y opositores. El destino, la suerte, el azar, el camino, de una nación está en íntima relación con la calidad de sus representantes o dirigentes.
Dos modelos de país se vuelven a medir en las urnas. La idoneidad constructiva de una clase dirigente puede trasportar a un país al camino de las grandes decisiones mundiales o convertirse en una tierra subordinada a los planteos de los estados más poderosos. Ser una potencia, una colonia o una tierra con relativa autonomía y desarrollo. En palabras del politólogo Marcelo Gullo y su Teoría de la Insubordinación Fundante, se depende de qué nivel de conciencia nacional posean los sectores ubicados política, económica y culturalmente en la punta de la pirámide social de un pueblo.
En esa línea, el periodista Hernán Brienza dice que “no son las condiciones naturales de un territorio, no son las aptitudes espirituales o laborales de un pueblo, no son sus clases medias las que definen las condiciones de desarrollo de una nación, ni siquiera son determinantes ni la acumulación primaria de capital o el grado de desarrollo de las fuerzas productivas de una región”.
¿En miras al 2019, qué tipo de país se quiere? El del saqueo de las riquezas, capital especulativo, negocios espurios desde el Estado y represión a los sectores productivos o el del país industrial con empleo, más industrial e inclusivo y soberano.
Desde hace un tiempo, el país transita en la dialéctica historiográfica de dos grandes tradiciones que son el nacionalismo popular y el liberalismo conservador. Precisamente, este último con Mauricio Macri y el recordado balotaje de noviembre de 2015, accedió ajustadamente por las urnas a la primera magistratura de la República.
El entrelazamiento de fechas es difícil. Unir el primero golpe de Estado, en 1828 cuando Juan Lavalle fusiló al entonces gobernador bonaerense Manuel Dorrego, con el inicio de la democracia en 1983, es una compleja tarea. Sólo comprendiendo que quisieron destruir aquel 13 de diciembre de 1828, se entiende por qué el sistema democrático tardó 150 años exactos en establecerse en la Argentina.
El macrismo es consciente que realmente comenzará a ser si realiza una buena elección. En su primer año de gestión al frente del Ejecutivo nacional supo crear una especie de simbología de progresismo de derecha sin ser en su totalidad aquel antiguo conservadurismo oligárquico, ensombrerado con esa derecha que baila, que se divierte, que trabaja en equipo, que se ríe de sí misma, la del “si se puede”. La oposición no debe continuar en el camino constante del error. Debe escuchar y acompañar el proceso de las mayorías. No debe adelantarse al descontento popular y tampoco alejarse del sentido común y encerrarse sobre sus propias convicciones.
Pase lo que pase en las urnas dentro de una semana, la oposición debería generar nuevos espacios, formar dirigentes con otros discursos y creatividades. El gobierno macrista para sostener su plan de concentración de la riqueza, de monopolización económica, de endeudamiento, además del blindaje mediático, se juega a todo o nada por la victoria en estos comicios legislativos, que más allá del resultado, decanta que, desgraciadamente, en el camino de aplicación de sus políticas, va a recurrir a la represión y persecución.
* Abogado y periodista. Twitter: @Emilianov9