Información General

Desde el Banco Central ubican la inflación para el año en el 22%

Ayer el Gobierno dio otro manotazo de ahogado para frenar la corrida cambiaria: subió la tasa de interés al 40% y anunció una reducción en la meta de déficit fiscal para este año, de 3,2% a 2,7%, que se traducirá en un recorte de $30.000 millones originalmente comprometidos para la inversión en obra pública

Después del récord histórico del jueves, cuando, pese a las intervenciones del Banco Central en el mercado y a la suba en las tasas de interés, el dólar trepó a $23,30, ayer el Gobierno dio otro manotazo de ahogado para frenar la corrida cambiaria: subió la tasa de interés al 40% y anunció una reducción en la meta de déficit fiscal para este año, de 3,2% a 2,7%, que se traducirá en un recorte de $30.000 millones originalmente comprometidos para la inversión en obra pública.

Como venía informando este diario, esa vieja receta para tranquilizar y garantizar sus ganancias a los especuladores tiene un resultado conocido: el propio ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en conferencia de prensa, reconoció que la drástica suba en las tasas  repercutirá negativamente en todo el aparato productivo, al hacer prácticamente inalcanzable el crédito para sectores clave como el agro, la construcción, Pymes o industrias, ya golpeadas por los tarifazos en los servicios públicos. También, se enfriará aún más el consumo de aquellos sectores que solo pueden acceder a bienes a través del financiamiento y que ahora sentirán cómo las compras con tarjetas de crédito se encarecen. Esto por citar apenas dos claros ejemplos.

También, el millonario recorte en la obra pública operará en un sentido negativo:  no solo porque habrá menos rutas, escuelas y hospitales, sino, sobre todo, porque esto implica menos trabajo, menos consumo y más pobreza, algo que, sin dudas, tendrá sus efectos en el castigado mercado interno.

 

El impacto en los precios

Las medidas, que buscan seducir al sistema financiero para que apueste al peso en lugar de al dólar, no pudieron lograr que la divisa volviera al piso de los $21 y cerró en $22,28, con una baja de poco más de $1 respecto al jueves. Así, en una semana corta, con solo tres ruedas, el peso argentino se devaluó un 6,2%.

En una economía dolarizada y dependiente como la nuestra, esto tendrá su impacto en los precios de la canasta básica: desde el pan a los combustibles, que volverían a aumentar la semana próxima.  El sueño de la casa propia también se aleja, puesto que los inmuebles están nominados en dólares, producto de la debilidad de la moneda local. A la vez que con la suba en las tasas se da por descontado el encarcimiento de los créditos hipotecarios.

Desde el propio Banco Central ubican la inflación para el año en el 22%.