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La Casa Rosada favorece a las low cost al quitar regulaciones de tarifas

Guerra contra Aerolíneas

El Ministerio de Transporte eliminó la prohibición de vender pasajes a cualquier precio. Hasta ahora debían respetar un piso mínimo para evitar la competencia desleal con Aerolíneas Argentinas. El Gobierno promociona las ofertas.

Las aerolíneas low cost no tendrán límites para iniciar una guerra de precios en el mercado argentino, donde la principal perjudicada será la línea de bandera. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, anunció ayer que a partir del 15 de agosto se eliminará la banda de precios sostén que se utiliza para proteger la actividad de un sector estratégico. “Se eliminará la tarifa mínima de referencia para los pasajes ida y vuelta que se compren con 30 días de anticipación en vuelos de cabotaje, lo que permitirá a las empresas ofrecer pasajes más baratos”, confirmó el funcionario en un comunicado oficial. La eliminación de ese piso es un pedido que desde el inicio elevó al Gobierno la firma low cost Flybondi, aunque los problemas operacionales de la compañía habían diluido el reclamo. La medida se conoce mientras el equipo económico analiza la posibilidad de aplicar un dólar turístico, más alto que el oficial, que va a encarecer los viajes al exterior y la compra de paquetes. Pero la intención de compensar el impacto en los vuelos de cabotaje y estimular el turismo interno elimina la única protección que queda para evitar un perjuicio mayor para Aerolíneas Argentinas y “Para los pasajeros, encontrarán más ofertas con mejores precios y aumentarán las promociones en momentos de temporada y en vuelos con baja ocupación”, celebró Dietrich una decisión que él mismo había demorado en aplicar. En diciembre último, a través de su CEO, Julian Cook, la firma Flybondi insistió en que el modelo que busca imponer en el país es “vender pasajes baratos con anticipación y subirlos para los que compran a último momento”. En ese mismo acto de la empresa, Dietrich, quien había sido invitado al evento, respondió que “la banda tarifaria va a ir bajando al estar congelada (medida en dólares)”. Es decir, el funcionario apostaba a que la propia devaluación iba a licuar las tarifas por estar fijadas en pesos. A pesar de que la devaluación se aceleró desde entonces y el dólar aumentó casi el 60 por ciento, licuando principalmente los ingresos de los asalariados y jubilados, quitó completamente el piso para compra de pasajes con antelación.

“Es otra desregulación para favorecer la política de dumping de las empresas extranjeras que quieren entrar al mercado local para sacarle pasajeros e ingresos a la aerolínea de bandera que llega a todo el país. La experiencia demuestra que, como al abrir las importaciones, hay un breve periodo de mucha oferta y precios bajos hasta que se funden una o varias de las empresas, se concentra el mercado en menos rutas y vuelven a subir los precios”, aseguró a este diario el ex presidente del Grupo Aerolíneas, Mariano Recalde. El ex directivo hizo referencia a la experiencia de otros mercados, donde las compañías inician una guerra de precios hasta hacer quebrar a la competencia que no puede operar con esa estructura de costos. Una vez que desaparecen, esas compañías controlan el negocio y suben los precios.

El Gobierno encaró una política de cielos abiertos y flexibilización de las condiciones laborales en el sector aeronáutico, con el objetivo de que arriben compañías extranjeras al segmento de bajo costo (low cost) a competir en precios. Esta estrategia complica la situación de la línea de bandera, cuya estructura de costos y oferta de servicios difiere con las de este tipo de empresas. Nueve de cada diez rutas que Transporte les otorgó al primer puñado de firmas low cost coinciden con rutas y frecuencias internacionales y de cabotaje que operan actualmente Aerolíneas y Austral. Para intentar compensar parte del daño que provoca esa “competencia predatoria”, como habían sugerido la entonces titular de Aerolíneas, Isela Costantini, y los gremios del sector aeronáutico, se mantuvo la tarifa mínima a pasajes aéreos para vuelos de cabotaje. En condiciones excepcionales, sólo podían bajar hasta un 20 por ciento ese piso. El tope máximo fue eliminado.

Esto implica que la oferta para el público será en un primer momento hasta que se monopolice el negocio y los valores pueden llegar a ubicarse por encima incluso de los actuales. El impacto parece limitado además en un contexto de pérdida de poder adquisitivo de los salarios y el aumento de los costos vía devaluación, principalmente por la escalada en el precio del combustible. “En 2015 sólo 10 millones de personas podían acceder a viajar en avión dentro del país debido a que había pocas aerolíneas, tarifas que se encontraban entre las más caras de la región y del mundo, con poca flexibilidad para incentivar promociones y una infraestructura deficiente. De esta manera se avanza en el objetivo de duplicar la cantidad de pasajeros volando dentro del país gracias a las medidas impulsadas en el marco de la Revolución de los Aviones”, promete la cartera a cargo de Dietrich, despreocupada por el futuro de la línea de bandera.