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Carrió: propinas, changas y vergonzosas mezquindades

“Yo sé que hay una desesperanza. Yo sé que el impacto es sobre salarios. La primera recomendación que le hago a la clase media y media alta es: dé propinas”, dijo, sin ponerse colorada, la diputada y aliada de Cambiemos, Elisa Carrió

“Yo sé que hay una desesperanza. Yo sé que el impacto es sobre salarios. La primera recomendación que le hago a la clase media y media alta es: dé propinas”, dijo, sin ponerse colorada, la diputada y aliada de Cambiemos, Elisa Carrió, quien pretende en esas limosnas una salida a la crisis de millones de argentinos.

Luego, esbozando sonrisas, fue más allá para justificar el trabajo informal al que se ve obligada a recurrir una gran parte de la población: “Aunque le cueste haga la changa. Hay más de tres millones de personas que viven de esa changa”.

Incluso, comparó la crisis actual con la de 2001, al decir que “hay veces (como en aquella debacle) que cuando nos ajustamos lo primero que dejamos es de dar propina”.

Tal vez crea Carrió que con esos gestos puede ganar el cielo. Quizá, como sentenciaba Arturo Jauretche, pertenezca al grupo de “señoras gordas que les molesta la justicia social porque las deja sin la clientela de la caridad fácil, con la que no se gana el cielo pero se apacigua la digestión”.

Aunque, más allá de la perversidad de la afirmación, la dadivosa señora no parece ser todo lo desprendida que aparenta ante los medios: “Hace un año y medio me tocó atenderla. Recuerdo que no se comportó muy bien con el tema de la propina”, rememoró un mozo platense sobre la vez que le sirvió a la diputada una merienda, con gintonic incluido, por $300 y le dejó apenas $5, poco más del 1,5% del gasto total.