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Para la Provincia, es de “terroristas” reclamar por el cobro de salarios

Los docentes y no docentes de la Provincia estallaron de bronca al constatar que en sus cuentas bancarias la Gobernadora no había depositado un solo peso de sus salarios, teniendo en cuenta que se cumplía el quinto día hábil del mes

Fue honda la indignación con la que ayer amanecieron los docentes y no docentes de la Provincia, al constatar que en sus cuentas bancarias la Gobernadora no había depositado un solo peso de sus salarios, teniendo en cuenta que se cumplía el quinto día hábil del mes, justamente el momento en que los trabajadores de la educación perciben su sueldo.

“En momentos en que el dinero no nos alcanza, que nuestros salarios están congelados desde el año pasado y que ni siquiera nos convocan a paritarias desde hace más de 70 días”, los maestros interpretaron la decisión como “un maltrato más al conjunto de la docencia bonaerense”. Fue la gota que rebalsó el vaso para sorprender con una medida de fuerza sin concurrencia a las escuelas, que volvió a colocar a los alumnos (del turno tarde esta vez) en rehenes de un conflicto que la Provincia no resuelve desde principios de año.

Ante el repudio docente, desde la cartera educativa bonaerense se apuraron a emitir un escueto mensaje a través de redes sociales, aduciendo un “problema técnico que imposibilitó la correcta acreditación de los sueldos”.

Por la misma vía, durante la mañana se sucedieron reclamos del tipo: “Yo trabajo y necesito mi sueldo para poder comer” o “Me puedo bancar que, como ya me ha pasado, me descuenten por paros que no hice. Pero esto no. Quiero mi sueldo”.

Lejos de llevar calma a los trabajadores, desde la Provincia atizaron todavía más el fuego: “Lo único que han hecho es generar caos y terrorismo”, aseguraron funcionarios de María Eugenia Vidal con la displicencia de quien no tiene que sobrevivir con el apremio de no poder llegar a fin de mes. Como si el salario y el reclamo por él no fueran derechos adquiridos. Más aún cuando hablamos de educación, un área que define el porvenir de nuestros niños: que, según el rumbo que se tome, puede garantizar el futuro de la nación. O su condena.