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17 de octubre de 1945: un antes y un después en la historia nacional

El 17 de octubre de 1945 marcó un antes y un después en la historia de nuestro país: más de un millón de personas, especialmente trabajadores, coparon la Plaza de Mayo para exigir como nunca antes la liberación del que ya entonces consideraban su líder: el General Juan Domingo Perón, quien desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, había instrumentado numerosas medidas que favorecieron a los obreros, sentando las bases de la movilidad social y permitiéndoles integrarse a un país que, hasta entonces, no los reconocía.

Aquella plaza de 1945 fue una bisagra en la historia argentina: cientos de miles de trabajadores, muchos de ellos provenientes de la zona frigorífica de Berisso, movilizados para clamar por la libertad de quien había caído preso por darles entidad, derechos, reconocimiento.

Esa gloriosa jornada, con Perón, Evita y la multitud, que al defender a su líder se defendía a sí misma, fue la piedra fundacional de un movimiento que pondría la dignidad del trabajador como vara más alta, en una Argentina que debía ser socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana.

De ahí que entre las 20 verdades justicialistas se destaque que “no existe para el peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan”. O que “en la Nueva Argentina el trabajo es un derecho y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume”.

73 años después, recordamos aquella expresión de lealtad mutua: de los trabajadores, los humildes, hacia su líder, pero también de este hacia ellos, al visibilizarlos y, una vez en el poder, haber seguido defendiendo sus derechos. Sin arriar nunca las banderas del trabajo, la dignidad, la justicia y la libertad del pueblo.