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Sacándole la lengua a la RAE

¡Larga vida a la RAE! Con una celeridad que no la caracteriza ni le hace honor a sus años de aplomo, la RAE se pronunció en su flamante Manual de Estilo contra el “desdoblamiento innecesario de todas y todos”.

Para la RAE con “todos” ya estamos bien. También va contra la x de lxs pibxs, la @ del feminismo y la E de les chiques, les amigues, la e de Todes! Muchos más años se había tomado para borrarle a “femenino” la acepción “débil y endeble” que retiró recién en 2014. Ahora en cambio, sentenció a velocidad chat sobre lo que aún es un balbuceo, una contraseña, una modificación en el género que molesta, confunde, genera rechazo, se va haciendo un hábito, se va haciendo cada vez más necesaria. En las reuniones escolares de padres y madres (xadres, para simplificar) reconocen que cuando se invita a un cumpleaños a los chicos, no queda claro si las nenas están invitadas, no se entiende si no se especifica.

La RAE se apuró para tranquilidad de quienes recurren a “la última palabra” como arma silenciadora oficial ¿Qué sería de una institución que vela por el idioma si nadie le fuera a pedir permiso en busca de un NO asegurado? Dicen que desde que le tomó la mano al chateo, recibe 65 millones de consultas online mensuales ¿Y qué sería de una institución como la Iglesia, si dejara vivir a sus fieles tal como sus fieles viven? ¡También existe una aplicación (missio.bot), “nueva y emocionante forma de vivir la misión de la Iglesia durante todo el año” donde la gente hace preguntas que son respondidas automáticamente con frases del Papa Francisco pre programadas.

¿A que vendrá esta asociación entre Iglesia y Rae? Es que el llamado “lenguaje inclusivo” viene funcionando sobre todo de las escuelas, y en los buzos de los “egresades” como una suerte de ESI (Educación Sexual Integral) autogestionada. Mientras la iglesia impone el neologismo seudo teórico de “ideología de género”, el ex presidente de la RAE va más lejos en la burrada y culpa a las universidades de Estados Unidos por habernos confundido hablando de “género” (gender) a lo que en español llamamos “sexo”, desconociendo tratados internacionales, comunicados de la OMS, los mismos trabajos de esas universidades, los del filósofo español Paul Preciado, las pelis de Almodóvar y la distinción entre sexo y género que la mismísima iglesia reconoce hoy. La RAE apuesta a más: “”No es necesaria una mayor igualdad lingüística entre mujeres y hombres, el problema es confundir la gramática con el machismo. (…) Así, “los alumnos” es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.” No puede ser más provocador el ejemplo teniendo en cuenta que alumnos y alumnas es la población clave donde se cocina el quiebre. “Lo siento RAE pero no obedecemos a instituciones coloniales. Firmado: Nosotres” se puede leer en los pasillos de la escuela pública Número 13 de la ciudad de Buenos Aires y en otras tantas. “Nosotres” son estudiantes de tercer grado. El video de una niña que no llega a los 10 años explica online desde junio de este año en qué consiste y por qué defiende el uso del lenguaje inclusivo ante las maestras de su escuela, se volvió viral. La lengua se escurre, se desboca, y, guste o no, no es inclusiva: nos contiene y nos expulsa, a todes ¿No sería entonces un acto de tolerancia mortífera que la Real Academia considerara correcto el llamado lenguaje inclusivo, que es más erosivo que hospitalario, que ataca las costumbres, los presupuestos? Surge a veces tímidamente, con cierto pudor, risa nerviosa o convicción disidente contra un status quo del lenguaje. Decir “todes”, “nosotres” es hablar mal, deformar la placidez de otras vocales y es un acto político, es decir un plano previo a lo legal, que escapa a toda normatividad y que a su vez, la va fundando ¡Larga vida a la “e” de errante que ni siquiera tiene acordado su uso! Se suele usar para simplificar el “desdoblamiento engorroso en todas y todas”. Pero también significa un movimiento contrario: negar ese binomio, ni hombres ni mujeres, erosionarlo y no simplificarlo, declararlo imposible ¿Se dice para dar cuenta de que no hay modo de saber sobre la identidad sexual de les interlocutores? ¿Se llama inclusivo porque incluye a transexuales que no se identifiquen ni como hombre ni como mujer? La activista travesti Marlene Wayar, por ejemplo, concibe un uso a discreción: “Si estoy en una reunión donde todos y todas se definen como héteros, patriarcales, conformes con este sistema, no las voy a tratar de “todes”. Sería un regalo que no merecen”. O sería incorrecto, por usar un término de la RAE.

Claro que también es cierto que un volantazo progresista de parte de la RAE no alcanza para modificar la potencia reaccionaria de sus hablantes. Por ejemplo, la palabra “presidenta” fue aprobada hace un buen tiempo aunque casi nadie se de por enterado. A pesar de que “presidente”, como “estudiante” o “cantante”, terminan con esa “e” liberadora del masculino obligatorio, la RAE reconoció necesario marcar el género de quien ejerce un poder que hace poco sólo estaba ocupado por hombres. La insistencia y regodeo en insistir con que Cristina Kirchner o Dilma Rouseff son “ex presidentes” pone en acto lo contrario de ese reconocimiento: su repudio, su negación.

El director honorario de la RAE, Víctor García De La Concha, definió su nuevo Manual de estilo con una metáfora medicamentosa: “Son píldoras de cuestiones gramaticales y ortográficas”. Vaya si es tramposo y sinuoso el idioma. Según las acepciones que da la mismísima RAE “píldora” es un medicamento, también es la píldora anticonceptiva y “pesadumbre o mala nueva que se da a alguien”. Por último figura el uso corriente de “dorar la pildora”. Y nada más ¿Será que tienen una intención curativa o anticonceptiva sus píldoras gramaticales? Que no se preocupe el Doctor de la Concha, que todes entendimos lo que quiso decir, aunque no figure en su diccionario. Suele pasar.