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Los testamentos y últimos deseos más bizarros

Después de la muerte también pueden aparecer sorpresas, como ciertos testamentos y últimos deseos de lo más extraños.

Últimas y extrañas voluntades

Al morir, estas personas probablemente dejaron boquiabiertos a sus familiares, amigos, y a la sociedad entera. Cuando leas sus últimos deseos, testamentos y otros pedidos, te darás cuenta por qué:

1. “Esparcir mis cenizas con un satélite espacial”
Gene Roddenberry, creador de Star Trek, habría dejado instrucciones asentadas en su testamento, para que sus cenizas fueran dispersadas mediante un satélite espacial que orbitara la Tierra. Sus deseos fueron cumplidos en 1997, se relata en la revista Forbes.
2. “Mi fortuna a quien tenga más hijos”

Charles Vance Miller, un abogado de Toronto, Canadá, tenía fama de bromista, indica esa revista. Luego de su muerte en 1926, dejó su fortuna librada a una extraña condición: cualquier mujer de Toronto que tuviera mayor cantidad de hijos sería la beneficiaria. Las ganadoras resultaron ser 4, y cada una recibió $125 mil dólares por sus respectivos 9 hijos.

3. “Casen a mi gato y denle comida importada”

El cantante británico Dusty Springfield, aparentemente amaba mucho a su gato. En su última voluntad y testamento dejó indicaciones para que el felino fuera alimentado con comida importada y arrullado con canciones del mismo Springfield… pero eso no es todo… también arregló casarlo con el gato de su nuevo amo.

4. “Mis cenizas mezcladas con tinta para imprimir mis cómics”

El editor ejecutivo de Capitán América y Iron Man, Mark Gruenwald, pidió que sus cenizas se mezclaran con la tinta usada para imprimir los libros de cómics, y aunque no lo creas, sus deseos habrían sido respetados, según Forbes.

5. “Mi fortuna a 70 extraños encontrados en la guía telefónica… al azar”

De no creer: el aristócrata portugués Luis Carlos de Noronha Cabral da Camara escribió en su testamento que quería dejarle su abultada fortuna a setenta extraños elegidos al azar en el directorio telefónico, explica el diario británico The Guardian. ¡Extrañísimo!