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Colisión galáctica podría despertar al agujero negro gigante de la Vía Láctea

Dentro de ocho mil millones de años es probable que ya no estemos por aquí, nuestra especie habrá mutado, desaparecido o habrá sido sido sustituida por máquinas pensantes. Y será una pena porque nos perderemos un espectáculo celestial épico y de proporciones galácticas. En efecto, nuestra querida Vía Láctea entrará en colisión con la vecina galaxia de Andrómeda, y las estrellas de ambas agrupaciones se mezclarán entre sí en una suerte de ballet monumental.

Los expertos calculan que, dada las enormes distancias entre estrellas, es probable que ambas galaxias se mezclen (en un vaivén que recuerda al movimiento de las bandadas de estorninos en pleno vuelo) sin que en realidad se produzcan colisiones entre astros. Aunque eso sí, el gigante agazapado que se oculta “dormido” en el centro de nuestra galaxia, al que llamamos Sagitario A* , podría despertar a raíz de la colisión con Andrómeda u otra agrupación de estrellas cercana, y el resultado podría ser catastrófico según cierta predicción reciente de un equipo de astrofísicos de la Universidad de Durham (Reino Unido).

La predicción de este equipo de 4 astrofísicos se desprende en realidad de cálculos que afectan a la Gran Nube de Magallanes (LMC por sus siglas en inglés) y de su posible colisión con la Vía Láctea en un período mucho más “corto” del previsto con la antes mencionada Andrómeda (entrecomillo el “corto” porque en el trabajo se habla aún así de dos mil millones de años).

El equipo de la universidad de Durham explica que esta colisión podría producirse debido al reciente descubrimiento de una gran cantidad de materia oscura en LMC (más de la prevista inicialmente) lo que implica que está pequeña galaxia esté perdiendo energía y pueda dirigirse como pollo sin cabeza hacia el encuentro de nuestra Vía Láctea generando una colisión catastrófica.

El trabajo, firmado por los astrónomos Marius Cautun, Alis Deason, Carlos Frenk y Stuart McAlpine acaba de publicarse en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, y en él se explica que esta colisión podría enviar a nuestro sistema solar fuera de la galaxia, hacia regiones más misteriosas del espacio profundo.

El impacto podría despertar a Sagitario A*, que comenzaría a tragarse la materia gaseosa que lo rodea, incrementando su tamaño hasta en 10 veces a consecuencia del “ágape”. Esto a su vez haría que al agujero negro comenzase a descargar radiación de alta energía en una exhibición que los astrófisicos han descrito como “fuegos artificiales cósmicos”.

Ciertamente hermoso, aunque como explica uno de los autores del trabajo (el profesor anglomexicano Carlos Frenk), si bien es poco probable que estos fuegos artificiales afecten a la vida en la Tierra, no hay manera de predecir cómo afectarán a nuestro planeta los quásares.

Se cree que hasta el momento nuestra galaxia ha experimentado muy pocas “fusiones” con otras galaxias de baja masa, nada que ver con lo que le ha sucedido a nuestra vecina Andrómeda, que ha devorado a galaxias cuyo peso excede en 30 veces a las tragadas por la Vía Láctea.

De ese modo, la colisión con la Gran Nube de Magallanes hará que nuestra galaxia sea más parecida a sus vecinas.