Notas y reportajes

Eran chicos, perseguían murciélagos y dieron con un yacimiento prehistórico

Eran, entonces, adolescentes. Cinco amigo salieron a perseguir murciélagos en una cueva a la que nadie prestaba atención en un pueblo olvidado de Málaga y terminaron descubriendo uno de los mayores yacimientos arqueológicos de la prehistoria.

Fue hace ahora seis décadas. Así, por una chiquillada que podría haber costado cara por lo riesgosa, fue como se develó la existencia de la Cueva de Nerja, una extensa cavidad que combina la belleza de enormes estalactitas con pinturas rupestres de 25.000 años de antigüedad.

«Todavía recuerdo muy bien el miedo que pasamos», evoca, con cerrado acento andaluz, uno de los cinco aventureros.

Muchos murciélagos

Hoy son impensadas figuras de una localidad que entró en el mapa internacional gracias a su audacia exploradora.

La historia que los unió por siempre es resultado de una sucesión de casualidades a las que pusieron pecho con madurez inusitada para la edad que tenían: entre 13 años, el más chico de ellos, y 21, el que se suponía que era el jefe de la «expedición».

«Eran muchos murciélagos», dijo Miguel Muñóz, el más pequeño de los cinco. Les había llamado la atención la cantidad de esos mamíferos voladores que se colaban por una grieta en la montaña y decidieron explorar.

Se adentraron por un pequeño hueco pero, enseguida, una barrera de estalactitas y estalagmitas les cortó el paso.

«No teníamos ni idea de lo que eran. Para nosotros eran chorros de piedra.. y nada más», añade Manuel, hermano mayor de Miguel.

Estalactitas a martillazos

Volvieron días después con martillos y con ellos se abrieron paso. Se lanzaron por angostos toboganes naturales cueva adentro. y quedaron maravillados: estaban dentro de una enorme cavidad con grandes estalactitas, extrañas pinturas. y dos esqueletos humanos.

«Nos corrió sudor del miedo que pasamos», evocó José Torres, el tercer integrante del quinteto, que por entonces tenía 16 años.

Volvieron al pueblo, contaron lo ocurrido pero nadie les prestó mayor atención. Eran tiempos en que las urgencias eran otras.

Ellos estaban convencidos de que lo que habían visto era importante y apelaron al maestro de la escuela, un establecimiento del que no formaban parte puesto que ya todos trabajaban en el campo: cortando leña, cuidando animales. Lo que fuera para ayudar en la economía familiar.

El maestro los escuchó y fue con ellos a una nueva expedición. Ese fue el comienzo de la historia.

Semanas después consiguieron que un fotógrafo se sumara y con ello, llegaron las primeras imágenes de lo que habían descubierto. La historia de Nerja, un pueblo olvidado, había cambiado para siempre.

Meca de historiadores

«Cuando pensamos eso sentimos un orgullo enorme», dicen los descubridores, que nunca se apartaron del lugar.

Desde entonces, la cueva de Nerja fue visitada por más de 20 millones de personas, fue declarada «bien de interés cultural» y «zona arqueológica».

Sólo el Museo Picasso la supera como atractivo regional en Málaga, con visitantes que llegan de todas partes del mundo.

Gracias a aquella aventura hoy está probado que la cueva estuvo habitada hace 25.000 años. Pero se están haciendo nuevos estudios que podrían situar sus primeros pobladores mucho antes, hace unos 40.000.

Las pinturas han sido cuidadosamente calificadas y, cada tanto, se hacen nuevos descubrimientos en los laberintos de la enorme cavidad. Sólo una parte está habilitada al público.

Los dos esqueletos hallados han sido estudiados por las conclusiones no con coincidentes. Una aventura que cambió la vida no sólo a un pueblo sino a los estudiosos que rastrean en las huellas más recónditas de nuestro pasado histórico.

Para conmemorar los 60 años del descubrimiento, tanto la fundación que administra la cueva como el gobierno de Málaga organizaron un detallado programa en el que los descubridores serán parte estelar.

«Ellos han sido la clave y la razón de ser para que hoy tengamos acceso a esta maravilla», dijo la presidenta de la Fundación Cueva de Nerja, María Gámez.

El pueblo no termina de agradecerles que hayan perseverado en su aventura.