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Chernobil está lleno de vida

El accidente nuclear de Chernóbil es una de las catástrofes provocadas por el hombre más conocidas. Y tal vez la que mayor efecto haya tenido sobre los ecosistemas. En definitiva, el accidente nuclear contaminó con material radioactivo un área enorme de terreno.

Y sin embargo, la vida acaba encontrando la manera de recuperarse. Un estudio reciente lo demuestra: en la zona de alienación de Chernóbil hay redes tróficas funcionales. La biodiversidad se ha recuperado, y ha colonizado el lugar.

Después del accidente nuclear, y debido a los altos niveles de contaminación presentes en la región, se tomó la decisión de crear una zona que nadie pudiese visitar. Esta es la conocida zona de alienación. Todo el territorio en 30 kilómetros a la redonda desde el punto del accidente se considera peligroso, y por lo tanto no apto para ser visitado.

Pero que no pueda ser visitado no implica que no deba ser estudiado, para comprobar qué está ocurriendo allí y de qué manera se está recuperando la naturaleza, si es que lo hace. Bajo esta idea, un equipo de investigación puso en marcha un estudio muy interesante.

¿En qué consiste? El problema de los ecosistemas de la zona de alienación no es sólo la contaminación. También la falta de productividad ecológica. Es decir, que como los ecosistemas quedaron tan dañados, se asume que no son capaces de soportar vida. Y en parte es cierto.

Pero existen canales de agua, que en su día servían para regar los campos de cultivo cercanos a la planta nuclear. Y dichos canales siguen fluyendo, arrastrando todo tipo de materiales. Por ejemplo, cadáveres de peces que pueden ser empleados por carroñeros, que luego viven sobre tierra firme, exportando la materia orgánica y nutrientes entre los sistemas acuáticos y los terrestres, ayudando a fertilizar los bosques.

La idea parece sencilla, pero hay que demostrarla. Para ello, lo que hicieron los investigadores fue situar cadáveres en los márgenes de los canales, imitando la manera en que estas masas de agua arrastran peces muertos. Pusieron cámaras, para comprobar cuánto tardaban en ser comidos, y por quién lo hacían. Y esperaron.

Lo que comprobaron es que el 98% de los cadáveres fueron consumidos en apenas una semana, por una cantidad sorprendente de especies carroñeras distintas. Tanto la velocidad como la diversidad de especies implicadas era sorprendente.

Porque aparecieron águilas, nutrias, también se ha comprobado la presencia de lobos… Todo ello ofrece una imagen de ecosistemas en recuperación. En un tiempo sorprendentemente corto teniendo en cuenta lo que ocurrió. No olvidemos que el accidente de Chernóbil tuvo lugar en 1986, hace no mucho más de 30 años.