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Ni monstruos, ni extraterrestres: lo que hallaron en el fondo del Gran Agujero Azul de Belice

No han sido pocos los misterios alrededor del Gran Agujero Azul de Belice, el sumidero más grande del planeta, que recién acaba de ser explorado por un grupo de científicos en busca de respuestas a unas enigmáticas huellas encontradas en el fondo de este singular círculo de color azul intenso, bajo aguas inmensamente turquesas.

A unos 100 kilómetros de la costa de Belice, con unos 300 metros de ancho y 123 de profundidad, este agujero sumergido siempre se ha considerado como uno de los lugares más atractivos para los buzos y los expertos que estudian los océanos.

El imaginario popular lo ha relacionado con el hábitat de monstruos marinos y hasta con un portal hacia otra dimensión, aunque ahora ya se sabe realmente lo que allí se oculta, luego de la expedición llevada a cabo a principios de este año por el multimillonario Richard Branson y Fabien Cousteau, nieto del famoso buceador Jacques Cousteau, quien fue uno de los primeros en poner atención global sobre tan increíble lugar.

El agujero se ubica en medio de la Barrera de Arrecifes de Belice, el segundo sistema de arrecifes más grande del mundo. “Fue como ver una fotografía del pasado”, comentó a los medios Bryan Price, uno de los exploradores de la empresa Aquatica, que construyó los dos submarinos empleados en la misión de descubrir los misterios ocultos en ese lugar.

Un sumidero es una hondyra en la tierra, formado cuando el suelo se derrumba dejando un gran agujero en la superficie. Hace decenas de miles de años, ese agujero era tierra firme, pero con el aumento del nivel del mar, tras el fin de las glaciaciones, quedó sumergido. Price aseguró que pudieron ver “cómo era el lugar cuando no estaba cubierto de agua”.

Tras la exploración del sumidero, que por primera vez pudo ser visto en su total dimensión gracias a la tecnología empleada, los científicos ya comienzan a revelar qué hay allí abajo y sobre todo qué son realmente esas misteriosas “huellas” que pudieron captar con un sonar de alta resolución.

Allí abajo uno de los puntos que más los sorprendió fue un área que bautizaron como “La catedral”, que está llena de estalactitas, que aunque ya se habían detectado, no había podido ser observada en detalle.

Los investigadores observaron que el agujero se divide en tres “capas”, cada una con características diferentes. La más superficial luce como las típicas aguas del Caribe, pero luego a medida que aumenta la profundidad, el agua va dejando de ser cristalina. “Es como ir a través de nubes o humo“, dijo Price.

En la capa más profunda no hay luz ni oxígeno, por lo que pudieron observar especies que habían caído ahí y se habían preservado, además de las referidas huellas misteriosas “En el agujero en sí mismo no hay mucha vida, porque no hay mucho intercambio de agua”, aseguró Price. Sin embargo, pudieron observar algunos tiburones. La misión también sirvió para crear un mapa 3D del agujero.

No obstante, las especulaciones del imaginario colectivo no se hicieron esperar sobre los sonidos que detecta el sonar. ¿Huellas de extraterrestres? ¿Las pisadas de un animal gigante desconocido? ¿Un monstruo que los científicos no pudieron ver?

Afortunadamente, la respuesta es más simple. Los informes de la expedición revelan que estas marcas tienen que ver con la eterna lucha entre la vida y la muerte.