Malinche, la indígena que hizo de intérprete a Hernán Cortés durante la destrucción española de México
Mucho se está hablando en los últimos días de la carta que envió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al rey Felipe VI de España en la que lo instaba a pedir disculpas por todos los abusos que se cometieron en nombre del Imperio Español cuando se produjo la ‘destrucción de México’ hace 500 años. Otra misiva similar fue remitida también al papa Francisco con el mismo propósito, debido a que la mencionado genocidio fue acompañado por la evangelización obligatoria del pueblo indígena que hace medio milenio residía en el continente americano.
Todo ello ha levantado una polvorera de discusiones y polémicas declaraciones a ambos lados del Océano Atlántico, siendo muchos quienes defienden la tesis de que se debería pedir disculpas publica y oficialmente desde España (ante lo que algunos califican como genocidio del pueblo Azteca o Mexica) y otros tantos quienes dicen, rotundamente, que no se debe pedir perdón por algo que sucedió hace quinientos años y del que se han exagerado los hechos, con el paso del tiempo, de lo que realmente ocurrió, señalando, además, que lo que realmente llevaron los españoles al Nuevo Mundo fue progreso, evolución y cultura a un pueblo que vivía atrasado en el tiempo varios siglos, lo cual es una verdadera mentira.
El relato sobre Malinche, una de las personas fundamentales en la controvertida conquista española de México. Un indígena que hizo de intérprete a Hernán Cortés y cuyo trabajo fue fundamental para el propósito e intereses de los colonizadores.
La batalla de Centla, que tuvo lugar el 14 de marzo de 1519, fue el primer enfrentamiento en el continente americano, que dio origen a la conquista de México, entre la expedición española, comandada por el militar y aventurero extremeño Hernán Cortés, y el pueblo indígena maya.
A pesar de la evidente minoría numérica del contingente español (se calcula que se enfrentaron 400 soldados hispanos frente a más de 10.000 mayas y chontales. Algunas fuentes indican que quizá 40.000) el triunfo de los hombres de Cortés fue contundente. Influyó en el triunfo, en gran medida, las ordenadas y avanzadas tácticas militares, el uso de armas de fuego (algo desconocido para los indígenas) y la utilización de jinetes a caballo.
Junto a la rendición maya vino un simbólico acto de agasajar a Hernán Cortés y sus hombres, en el que se les entregó varios presentes en piezas de oro, pieles y alimentos, además de un grupo de jóvenes muchachas indígenas entre las que estaba Malinalli a quien los españoles renombraron como Marina (y posteriormente como Doña Marina) y con el tiempo los autóctonos se referirían a ella como Malinche o Malitzin, cuya traducción al castellano vendría a ser ‘la que traiciona’ (por haberles ayudado en su propósito colonial), aunque originalmente ese no era el significado del mismo, sino el de ‘noble prisionera’.
Provenía una importante familia (de ahí que se refirieran a ella como noble) y era hija de un importante gobernante de Painala. El fallecimiento del progenitor y el hecho de que su madre se uniera a otro hombre hizo que la entregaran como sirvienta y acabase vendida como esclava de los mayas en un mercado de Xicalanco. Posteriormente fueron éstos quienes la entregaron como ofrenda a los españoles y se calcula que tendría alrededor de 18 o 19 años (incluso podría ser que alguno menos).
Marina se convertiría en la intérprete que iba traduciendo a Hernán Cortés todo aquello que hablaban los indígenas. Una labor que fue fundamental para los intereses del extremeño para llevar a cabo la conquista de México.
Aunque el propósito de los mayas, al entregar la veintena de muchachas, era que éstas fueran destinadas a servir en labores domésticas a los españoles, la falta de mujeres entre el grupo de soldados y conquistadores hizo que acabasen como concubinas de algunos de éstos. Eso sí, antes las bautizaron con nombres españoles y las cristianizaron con el fin de no incurrir en un pecado.
De ese modo, al ya ser cristianas (evidentemente por obligación y no por propia voluntad) pudieron convertirlas en sus amantes sin saltarse la ley castellana que indicaba que el concubinato solo se podía realizar entre personas solteras y cristianas.
Como es de suponer, Hernán Cortes (a pesar de que no estaba soltero) escogió a Marina como su concubina. Por aquella época el conquistador tenía 34 años, quince más que la joven, y de la relación nació, hacia el 1522 (o 1523, dependiendo de la fuente de consulta), un hijo que fue bautizado como Martín Cortés Malintzin. Hay historiadores que indican que muy probablemente podría tratarse del primer mestizo de la historia nacido de la unión entre un español y una indígena del Nuevo Mundo.
Pero debemos volver a situarnos en 1519 con el fin de continuar con el relato sobre cómo la joven Marina ayudó como intérprete a Cortés.
En abril de aquel año, un mes después de la batalla de Centla, Hernán Cortés y sus hombres llegaron hasta Tenochtitlan. Entre ellos iba Jerónimo de Aguilar, quien hasta entonces había realizado las tareas de intérprete al conocer la lengua Maya.
Pero Cortés y Aguilar, cuando tuvieron el famoso encuentro con el gobernante mexica Moctezuma se dieron cuenta que hablaba un idioma diferente al que el intérprete conocía y fue en ese momento en el que el papel de Marina comenzó a ser fundamental para los intereses españoles.
La joven, por su origen, conocía el náhuatl, la lengua de los mexica, pero también el maya (por el tiempo que pasó con éstos tras ser vendida como esclava), así que para entenderse con Moctezuma hicieron lo siguiente:
Hernán Cortes daba el mensaje en español a Jerónimo de Aguilar, éste lo traducía al maya y se lo comunicaba a Marina y la joven lo traducía al náhuatl y transmitía el mensaje a Moctezuma. Cuando el gobernante mexica respondía se procedía a hacer lo mismo a la inversa.
Gracias a esta técnica Cortés y Moctezuma pudieron entenderse.
Como he indicado párrafos atrás, Hernán Cortés por aquella época ya estaba casado, aunque existe numerosa documentación de que le fue infiel en muchas ocasiones, teniendo varios hijos con diferentes mujeres.
En un principio Cortés entregó a Marina a uno de sus capitanes, Alonso Hernández Portocarrero, quien sí era soltero (debido a que el propósito inicial era que las jóvenes indígenas sirvieran de concubinas de aquellos oficiales que no estaban casados). Pero tras quedar fascinado el conquistador extremeño por la muchacha decidió deshacerse de Hernández Portocarrero y enviarlo a España con la excusa de que debía entregar una carta al rey Carlos I, fechada el 10 de julio de 1519 y en la que se le daba cuenta al monarca de las gestas españolas en el Nuevo Mundo.
Alonso Hernández Portocarrero ya no volvió a México, debido a que fue encarcelado por orden del obispo de Burgos, Juan Rodríguez Fonseca, tras una disputa verbal con este por el asunto sobre a quién debería nombrar el rey como ‘Adelantado’ en el territorio de Nueva España y, según consta en las crónicas de la época, acabó falleciendo en prisión poco después (se calcula que muy posiblemente en 1524).
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Pero Hernán Cortés, como hombre de palabra que se consideraba, concedió poco después la libertad a Marina por los servicios prestados como interprete durante los primeros impases de la conquista de México que fueron de vital importancia para los intereses españoles.
De un encuentro posterior entre Cortés y Marina ésta quedó embarazada del conquistador tenido un hijo en común, al que llamó Martín Cortés Malintzin y que fue enviado a España poco después para que recibiese instrucción y educación.
Parece ser que aquel fue el último encuentro entre ambos y la joven indígena contrajo matrimonio en 1524 con Juan Jaramillo, extremeño al igual que Hernán Cortés, y célebre por haber sido el fundador de la ciudad de Tepeaca.
Según consta en las crónicas, alrededor del año 1529, Marina enfermó (muy posiblemente de viruela) y falleció. Su nombre y figura quedó vinculado al éxito de la conquista española de México, aunque no exenta de ciertas controversias. Para unos fue una heroína y mujer ejemplar sin embargo otros la ven como una traidora al pueblo mexicano, ayudando a los invasores españoles a hacer más fácil la ocupación y sometimiento.