La soledad será una epidemia en una Europa con más ancianos que nacimientos
Tres personas en edad de ser abuelos, un matrimonio mayor, un niño que juega lejos ni un solo joven.
Puede ser el azar. Pero la imagen de una esquina de Olivera de Monteros, en Aragón, en día de semana, parece la radiografía demográfica que alarma en Europa .
El viejo continente envejece. Tiene menos hijos y más viejos. Gente que vive más, pero más sola. ¿Es esa la sociedad del futuro en la región que se jacta de su calidad de vida?
«El mundo es cada vez más anciano y nosotros cada vez más pequeños», lamentó hace un par de años el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Claude Juncker, al subrayar el retroceso poblacional en el bloque.
La radiografía más clara arroja el siguiente diagnóstico: nacen menos hijos, la expectativa de vida se prolonga y aumenta la cantidad de personas que viven solas. Sin ningún tipo de apoyo familiar que sirva de soporte cuando los problemas y la fragilidad acosan.
Con 508 millones de habitantes, la tercera población en el mundo después de China y de India, la situación demográfica europea no parecería alarmante a simple vista.
Pero es a largo plazo donde se encienden las alarmas, con una cuestión latente por debajo de las urgencias más inmediatas.
«Los desafíos más acuciantes, como el Brexit; la crisis de la inmigración, el futuro económico y las tensiones del nacionalismo en contraposición al proyecto global hacen que el tema no aparezca en la agenda sobre la mesa», dijo a LA NACION Carmen Molina Zugasti, experta en estudios demográficos del Instituto de Familia de Guipúzcoa.
Pero la cuestión está allí, como se encargan de recordar cada tanto las estadísticas oficiales de Eurostat, como se conoce a la Oficina Europea de Estadística, y que es la voz cantante en este asunto, al unificar los estudios de los -todavía- 28 países miembros del bloque.
Para los más exagerados la cuestión poblacional es una bomba de tiempo a largo plazo para Europa. Otros no llegan tan lejos pero sí se les hace evidente que alguna solución habrá que encontrar antes de que la presión sobre los sistemas de pensiones y de salud se haga difícil de sostener.
«Es evidente que la población envejece. Pero el debate queda usualmente postergado. Los gobiernos no encuentran una solución uniforme y, además, hay un mensaje de rechazo a la inmigración», señaló Molina Zugasti.
Tres son las variables que se toman en cuenta: mortalidad, migración y nacimientos. Este último factor, el de los nacimientos, viene en baja en una población donde la mujer retrasa cada vez más el nacimiento del primer hijo.
Un fenómeno que se hace más evidente, sobre todo, en la llamada Europa del Sur: Malta, España, Chipre, Italia, Grecia, y Portugal tienen la «tasa de fecundidad» más baja del bloque; 1,4 hijos por mujer, según el estudio que Eurostat publicó días atrás.
No es que no se crea en el amor, sino en el futuro: las cuentas se hacen cada vez más difíciles y la idea de mantener una familia no es sencilla.
La curva se cierra por el otro extremo. Mientras decrecen los nacimientos, los mayores están cada vez más solos y expuestos a las situaciones de vulnerabilidad que ese aislamiento puede generar.
El 6% de la población europea -unos 30 millones de personas- no puede pedir ayuda a nadie o no tiene con quién hablar de sus problemas personales, de acuerdo con datos oficiales del Eurostat.
«La soledad será una de las nuevas epidemias para Europa», suelen decir los demógrafos. Los casos de mayores en problemas por estar solos se han vuelto tan acuciantes en algunos países que llevaron a sus gobiernos a tomar medidas específicas.
En Gran Bretaña -todavía dentro de la UE- la primer ministra Theresa May se vio forzada recientemente a crear una Secretaría de la Soledad.
«Eso es un primer paso pero es un indicador de hasta dónde llega el problema», dijo a LA NACION Rafael Baquero Martín, experto en Políticas Públicas de la Universidad de Soria.
En su caso, el interés por el problema nació de la propia experiencia de infancia. Soria, en la región de Castilla La Mancha, es una de las provincias más despobladas de España y donde las políticas arraigo en los pequeños pueblos es motivo de inquietud recurrente.
En el mapa europeo, Italia y Luxemburgo son dos países que encabezan el ránking de los países donde hay más ciudadanos que no pueden pedir ayuda a un familiar o a un vecino. Con porcentajes de hasta el 13%, llegan a doblar el promedio europeo.