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La corteza terrestre podría estar partiéndose en dos frente a las costas de Portugal

El 28 de febrero de 1969, un terremoto de fuerza 7.8 cuyo epicentro se encontraba al suroeste del Cabo de San Vicente dejó 13 víctimas directas, 11 de ellas en Marruecos y solo dos en nuestro vecino país ibérico. Aquel fuerte temblor también dejó su huella en España, donde según se cita en la web de TVE, hubo cuatro muertos “indirectos” por crisis cardíacas.

En cuanto a esos dos muertos portugueses de 1969 fueron un precio “nimio” a pagar. Parece que nuestros vecinos lusos estaban mejor preparados que en el pasado. Sin duda aprendieron dolorosamente la lección de lo sucedido en 1755, año en que sucedió el terrible Gran Terremoto de Lisboa que destruyó la ciudad (acompañado de un tsunami devastador) y mató – según las estimaciones – a alrededor de 100.000 personas.

Y el caso es que nadie se explica la actividad sísmica frente a Portugal, una región enfrentada a grandes planicies de lecho oceánico atlántico donde, teóricamente, no existe ninguna zona de subducción que suponga un riesgo aparente. No debería haber peligro, al menos uno que resulte perceptible, y sin embargo la historia se empeña en contradecir las evidencias. ¿Qué misterio hay frente a las costas de Portugal?

Equipado con una herramienta que parece haber revolucionado todas las ciencias de unos años a esta parte: el modelaje por computadora, el geólogo portugués Joao Duarte (Universidad de Lisboa) se propuso desvelar el misterio, y sus conclusiones son sorprendentes. En su opinión, frente a nuestro vecino ibérico está naciendo una zona de subducción, aunque no podamos percibirla aún en superficie.

Para explicar cómo se forma esta hipotética zona de actividad sísmica, Duarte habla de un fenómeno llamado serpentinización del que se había teorizado que podría causar la laminación del terreno bajo el lecho oceánico, pero que nunca se había observado antes.

La serpentinización es un proceso geológico en el que las estructuras rocosas absorben agua, la cual modifica la dureza del terreno a través de la formación de minerales más blandos. Según Duarte, esto podría estar provocando que la litosfera oceánica se estuviera separando en dos capas frente a las costas portuguesas.

Una de esas capas de corteza trasformada, podría provocar un grado de debilidad suficiente como para que la parte inferior se despegue de la superior, lo cual podría provocar fracturas profundas que dieran lugar a una nueva zona de subducción.

El 28 de febrero de 1969, un terremoto de fuerza 7.8 cuyo epicentro se encontraba al suroeste del Cabo de San Vicente dejó 13 víctimas directas, 11 de ellas en Marruecos y solo dos en nuestro vecino país ibérico. Aquel fuerte temblor también dejó su huella en España, donde según se cita en la web de TVE, hubo cuatro muertos “indirectos” por crisis cardíacas.

En cuanto a esos dos muertos portugueses de 1969 fueron un precio “nimio” a pagar. Parece que nuestros vecinos lusos estaban mejor preparados que en el pasado. Sin duda aprendieron dolorosamente la lección de lo sucedido en 1755, año en que sucedió el terrible Gran Terremoto de Lisboa que destruyó la ciudad (acompañado de un tsunami devastador) y mató – según las estimaciones – a alrededor de 100.000 personas.

Y el caso es que nadie se explica la actividad sísmica frente a Portugal, una región enfrentada a grandes planicies de lecho oceánico atlántico donde, teóricamente, no existe ninguna zona de subducción que suponga un riesgo aparente. No debería haber peligro, al menos uno que resulte perceptible, y sin embargo la historia se empeña en contradecir las evidencias. ¿Qué misterio hay frente a las costas de Portugal?

Equipado con una herramienta que parece haber revolucionado todas las ciencias de unos años a esta parte: el modelaje por computadora, el geólogo portugués Joao Duarte (Universidad de Lisboa) se propuso desvelar el misterio, y sus conclusiones son sorprendentes. En su opinión, frente a nuestro vecino ibérico está naciendo una zona de subducción, aunque no podamos percibirla aún en superficie.

Para explicar cómo se forma esta hipotética zona de actividad sísmica, Duarte habla de un fenómeno llamado serpentinización del que se había teorizado que podría causar la laminación del terreno bajo el lecho oceánico, pero que nunca se había observado antes.

La serpentinización es un proceso geológico en el que las estructuras rocosas absorben agua, la cual modifica la dureza del terreno a través de la formación de minerales más blandos. Según Duarte, esto podría estar provocando que la litosfera oceánica se estuviera separando en dos capas frente a las costas portuguesas.

Una de esas capas de corteza trasformada, podría provocar un grado de debilidad suficiente como para que la parte inferior se despegue de la superior, lo cual podría provocar fracturas profundas que dieran lugar a una nueva zona de subducción.