Cama para tres: lo que hay que hacer antes de participar en un trío sexual
Hacer un trío, invitar a alguien más a la cama, compartir a la pareja oficial es una fantasía frecuente que en muchísimos casos se hace realidad. Es una escena clásica de películas pornográficas en las que generalmente hay un hombre con dos chicas que buena parte del tiempo juegan entre ellas mientras él las mira y se turna a ratos una y a ratos la otra.
Esta es una experiencia que puede ser satisfactoria pero en muchos casos sucede que, o no es lo que se esperaba, o se sale de control.
Es por eso que los sexólogos y las parejas que ya se han hecho expertas en llevar adelante esta escena, recomiendan planificar ese encuentro de tres, ser sinceros y poner reglas.
Honestidad para empezar
La periodista española especializada en sexualidad y autora del libro Mala Mujer, Noemí Casquet, dice que cuando un miembro de la pareja quiere hacer un trío o quiere dar un paso fuera de la monogamia debe hablarle del tema al otro con mucha delicadeza y destacar sus cualidades.
“Empezar a decir las cosas bonitas que tiene la otra persona. Yo se me siento muy a gusto contigo, sabes lo que siento por ti, yo te quiero, eres muy importante en mi vida”, y de allí, aconseja en su canal de Youtube, hablar con la mayor honestidad sobre el asunto y siempre preguntar lo que quiere la otra persona.
No es terapia
En cualquier caso, esta experiencia no debe vivirse para superar alguna crisis en la pareja o para salir del aburrimiento o la monotonía. La sexóloga y terapeuta de parejas, Atenea Anca, dice que son justamente las parejas más consolidadas las que pueden sostener estos encuentros sin que se salga de control.
En su consulta, Atenea Anca ha observado que las parejas que se inician en tríos o cambios de pareja como medida para salir de una crisis “tienen la tendencia a desarrollar celos extremos, enamoramientos inevitables, encuentros en solitarios sin decírselo a su pareja” y otras nada placenteras consecuencias.
Trío poliamoroso
Le pasó a Vivi. Tanto ella como su esposo descubrieron, tras varias infidelidades de ambos lados, que les gustaba sentirse atraídos por otras personas, e incluso ir más allá, enamorarse.
Ella se dio cuenta, pasados los 30 años, de que era “poliamorosa”, que podía y quería enamorarse de una o de otras personas, eventualmente. Su esposo, en cambio, sentía celos, la vigilaba.
En ese proceso de descubrirse, Vivi cuenta que conoció a una chica que “despertó la curiosidad” de ambos.
El trío se repitió y se convirtió en una relación permanente. Los tres parecían quererse pero Vivi dice que en un momento se dio cuenta de que los dos, la chica y su esposo, competían por su amor.