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Bronca y tristeza por el cierre de la editorial SM

SM se estableció en la Argentina en 2001. Tras cuatro años de gobierno de Macri anunció que baja la persiana. “La empresa ya no es rentable en la Argentina”, explicaron sus directivos

Escritores, ilustradores, editores, mediadores de lectura, integrantes del pequeño gran ecosistema que es la industria del libro infantil y juvenil en la Argentina, lamentaron el abrupto virtual cierre del sello SM en la Argentina . La empresa perteneciente a una fundación española SM acaba de despedir casi a la totalidad de los trabajadores que la integran: de unos 150, solo unos 20 permanecen por el momento sin telegrama de despido, invitados a pensar en un “nuevo modelo de negocios”. El sello, el más importante de España dentro del segmento, y uno de los cuatro grandes jugadores a nivel local, responsable de ediciones de gran calidad y penetración en la escuela, había desembarcado en estas tierras en plena crisis de 2001, y tuvo un gran crecimiento desde entonces. No pudo resistir a cuatro años de Macri. Según explicaron los directivos españoles que el miércoles llegaron para comunicar la noticia, “la empresa ya no es rentable en la Argentina”.

Facebook fue el terreno en el que muchos de las y los escritores e ilustradores dedicados a la literatura infantil y juvenil en la Argentina descargaron primero su incredulidad, cuando la noticia era solo un rumor; luego su tristeza y bronca por el abrupto casi-cierre de SM, que pusieron en contexto. “Alicia en el país de los globos amarillos”, “tituló” la prestigiosa escritora Silvia Schujer la noticia. Y la puso en contexto junto al caso de editorial Atlántida, que este año cerró sus históricas revistas y dejó a su sector de libros infantiles y juveniles reducido a su mínima expresión. “Atlántida se extingue. SM cierra su filial en Argentina. Y así siguiendo. Menos libros, más desocupados. Lo peor, claramente lo peor, es que hay quienes defienden o acaso justifican este estado de cosas. Y no son pocos. Toda mi solidaridad con los y las trabajadoras de SM, con los y las autoras con quienes compartimos catálogo, y mi furia contra los que promueven estas políticas”, se descargó la autora del muy reciente 999 grullas y un loro en este sello.

Paula Bombara, que entre otras distinciones recibió en 2011 el prestigioso premio de literatura infantil a la mejor novela en el concurso El Barco de Vapor, otorgado por la Fundación SM, por Una casa de secretos –una historia que hoy es todo un clásico dentro del campo–, escribió: “Conmoción. Tristeza. Bronca. Solidaridad con lxs trabajadorxs que se quedaron sin laburo de un día para el otro. Un dolor. Preguntas. ¿Qué será de los libros que tenemos ahí? Esto es mucho más que lo propio. Esto es un botón de algo tanto más grande y complejo. Muchas preguntas. Una amargura que no quiero que me ocupe el cuerpo. Pero. Las personas que conocí gracias a SM están. No se murió nadie; se murió, si quieren, un algo querido por muchxs. Cierto espíritu propio de SM Argentina quedó quebrado. Pero. Tenemos la oportunidad de cambiar el modelo de país en unos pocos meses. Cada día vienen cerrando, retirándose, empresas cuyas casas matrices están afuera. Hoy le tocó a la LIJ. Resistir. Escribir. Leer la realidad sin anteojeras. Pedir explicaciones. Organizarnos. Esperar noticias de lxs directorxs de SM. Aún no leí ni escuché una palabra de quienes quiero que se manifiesten”.

Márgara Abervach, que en el muy reciente concurso Gran Angular de SM, dedicado a la literatura juvenil, ganó una mención con su novela presentada bajo el título Menos miedo (aún inédita), repasó: “Cientos de personas sin trabajo, libros perdidos, todo un movimiento de LIJ que giraba alrededor de ellos, una editorial que está desde principios del siglo XXI y trabajó en medio de la primera crisis, que hacía concursos en los que muchos participábamos… Este es un día amargo, y ya sabemos por qué pasa esto”.

Franco Vaccarini se remontó a La noche del meteorito, el libro con el que ganó el premio El Barco de Vapor en 2006: “Fue el primero de una decena de libros en la editorial SM, que se va del país. Uno de ellos está en imprenta en este momento. Otro, en proceso de escritura. Tenía varios viajes programados a provincias argentinas para la segunda parte del año. En lo personal, tendré que rearmar cronogramas, prioridades; y triste. Y pensando en ese mundo tan lindo, los trabajadores de la industria, muchos de ellos amigos cercanos, por los que siento un agradecimiento enorme. En esta industria que me cobijó y me dio un lugar: editores, correctores, ilustradores, promotores. Y más allá o más acá, en los lectores, bibliotecarias, docentes”, escribió. Y contó que esta era para él “una mañana rara, porque tengo que ir a un lugar donde leyeron mis libros de SM y me va a costar estar allí. Pero voy a ir, me están esperando. Porque no queda otro gesto que seguir en el camino, no abandonar a nada, a nadie, y el dolor se irá aplacando. Un país donde la ciencia y los libros están en problemas, es un país en problemas”, concluyó.

Otro reconocido escritor, Mario Méndez –que publicó en SM títulos muy leídos como El tesoro subterráneo y El fantasma de Francisca, además de uno reciente que imagina a Sherlock en Buenos Aires–, sintetizó: “estamos en shock”. “Condolidos con los compañeros de a pie, los que los CEOs españoles condenaron a la desocupación. Acompañando desde el dolor al portero, a la señora de maestranza, a los promotores, los correctores, editores y etc. etc. que se quedaron sin laburo. Y también conmovidos por nosotros mismos, trabajadores que no sabemos qué pasará con nuestros libros, que son nuestro trabajo. SM cerró. O está cerrando. Nada será igual en el campo de la LIJ argentina, estas noticias marcan un antes y un después. A mí me queda decir que el dolor no nos detendrá. Que seguiremos en el camino. Individual y colectivamente. Y recordar, de paso, que esto hay que pararlo. Y que las urnas, muy pronto, nos permitirán empezar a hacerlo”.