Contaminación en Pergamino: un estudio mostró que una familia entera padece daños genéticos por la fumigación con agroquímicos
Se trata de la familia de Sabrina Ortiz, querellante en la causa federal que investiga el uso de plaguicidas tóxicos que afectan a la comunidad de cuatro barrios «fumigados» de la ciudad bonaerense
Sabrina Ortiz estaba embarazada y todavía habitaba, en aquel 2011, su casa familiar en el barrio Villa Alicia de Pergamino. La vivienda estaba separada de un campo por apenas una calle y todos allí se habían acostumbrado al malestar posterior a las fumigaciones que realizaban los aviones literalmente por el techo de sus casas: vómitos, diarrea o irritaciones en la piel. Pero esa tarde las consecuencias fueron peores, y letales: le provocaron a la mujer un aborto espontáneo.
Poco después del trauma de perder a quien sería su segundo hijo, Ortiz decidió estudiar Derecho para llevar adelante una querella en la Justicia contra el propietario del campo vecino por la contaminación y las enfermedades que generaban sus fumigaciones. La causa avanzó y en el camino de la búsqueda de Justicia Sabrina supo que por su organismo, el de su esposo y los de sus dos hijos corrían agroquímicos tóxicos como el glifosato, a niveles 100 veces superiores que los de personas normales.
Si hacía falta alguna nueva evidencia científica que confirmara lo que Sabrina Ortiz y su familia padecen -al igual que muchos otros vecinos de Pergamino- es un último análisis médico que la mujer incorporó a la denuncia penal como una prueba trascendental.
Firmado por la doctora en Ciencias Biológicas Delia Aiassa, el informe confirmó que tanto ella como su esposo Sergio Barbieri y sus hijos Ciro y Fiamma padecen un «daño genético» en sus células.
«Las cuatro personas (…) a las que pertenecen los estudios, presentan un número mayor de células con daño genético comparado con el valor considerado como ‘basal’ o como número de células con ‘daño espontáneo’ para poblaciones referentes según la bibliografía internacional», resume el informe enviado por Aiassa al juez federal de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo, quien lleva adelante la causa.
La médica explica en el documento que la presencia de daño genético aumentado resulta de la exposición de las células de la familia de Sabrina Ortiz a «agentes contaminantes genotóxicos» y puede asociarse al aumento en el riesgo de padecer efectos adversos en la salud.
Los problemas de salud de los Barbieri Ortiz son notorios y graves. El próximo 28 de agosto Fiamma será operada por cuarta vez. Sufre osteomielitis crónica recurrente, una enfermedad considerada «rara», que genera quistes dentro de los huesos. A la hija de Sabrina le afecta en todo el cuerpo, pero el mayor problema lo tiene en su tobillo derecho, donde a pesar de haberle sustituido parte del hueso con una prótesis, los quistes siguen apareciendo.
Fiamma y su hermano Ciro tienen más de 100 veces de glifosato en orina de lo tolerado. Según los médicos que atienden el problema en los huesos de la chica de 18 años, ella no tiene un germen que le provoque la enfermedad. «No tuvo fractura o lesión, no tiene bacterias, no hay razón, por eso se lo determina autoinmune. A partir de ahí empezaron a buscar qué se lo provoca y determinaron que puede tener que ver con la cantidad de agroquímicos en orina», explica a Infobae la mamá.
Con esta información, los médicos quisieron comprobar qué rol jugaba en la conformación genética de la familia la exposición a los agroquímicos. Y fue determinante. Eso explica no sólo la enfermedad de Fiamma sino los problemas de salud de Ciro y de sus padres.
«El estudio dice que hay daño genético y con eso están alerta los médicos porque puede llegar a surgir cualquier tipo de enfermedad, sobre todo en los chicos. En ellos aumenta la probabilidad a través de lo que es la aberración del cromosoma, que puede provocar tumores, infertilidad, problemas endócrinos, que mi hijo tuvo, porque se le alteró el funcionamiento de las glándulas tiroides», detalla Ortiz.
Los médicos explicaron a Sabrina que los efectos en los genes alteran las glánduas, y eso puede afectar páncreas o hígado. «Las consecuencias no solamente hablan del cáncer, hay otras disfunciones orgánicas. Por ejemplo ser alterar el Sistema nervioso central, que es lo que me pasa a mí», dice la mujer, que en los últimos años sufrió dos ACV isquémicos.
El análisis de Aiassa descartó que los resultados hayan estado influenciados por «factores de confusión» como la ingesta de drogas, tabaco o alcohol, la exposición a Rayos X o las transfusiones de sangre.
«Un agente genotóxico es una sustancia que puede interactuar con el material genético (ADN) de los organismos causándole modificaciones/alteraciones/daño/roturas. Estas modificaciones se conocen con el nombre genérico de mutaciones. Si el organismo no logra reparar esas alteraciones y se hacen permanentes, los efectos derivados de esas mutaciones en células somáticas (del cuerpo) se asocian con el desarrollo de enfermedades crónico-degenerativas, como el Alzhéimer, el mal de Parkinson, cardiopatías, diabetes mellitus y cáncer. Cuando las mutaciones ocurren en células germinales (óvulos o espermatozoides) se vinculan con problemas reproductivos, trastornos durante del desarrollo de la descendencia, los cuales derivan por ejemplo en defectos al nacimiento», escribe la médica al juez Villafuerte Ruzo.
Ciro hace linfoproliferación. «Tiene los ganglios agrandados en los intestinos, en el cuello, eso hace que sus sistema inmune esté activo y cuando se enferma lo debilita. Le hacen quimioterapia, tiene sangrado en orina, hace síntomas de enfermedades que no tiene», cuenta Sabrina.
A Sabrina le investigaron enfermedades cardíacas, pero se descartaron todas las posibilidades. A los 35 años ya sabe que por su organismo navegan agentes altamente tóxicos, como glifosato y el insecticida lambdacialotrina, que son neurotóxicos.
«Sufro movimientos espasmódicos involuntarios, ceguera en un ojo cada dos días, dolores muy fuertes, se me caen las cosas, me están evaluando por esa razón, ya que hay un daño neurológico», detalla, y dice conmovida: «Es horrible porque estás trabajando o hablando y te tiembla la cara, o la cabeza, o las manos, te tiembla la espalda, las piernas. Es horrible».
Los agentes genotóxicos ambientales son una de las mayores preocupaciones de la comunidad científica. «Las principales fuentes de contaminación se atribuyen principalmente a las actividades que se realizan en la industria y la agricultura. Muchas de las sustancias químicas derivadas de estas actividades (por ejemplo plaguicidas) que se vierten al ambiente son denominadas ‘contaminantes emergentes'», explica Aiassa.
Para la médica la característica de estos grupos de contaminantes es que no necesitan estar constantemente en el ambiente para causar efectos negativos, «puesto que sus altas tasas de transformación/remoción se pueden compensar por su introducción continua en el ambiente».
En abril pasado el titular del Juzgado Federal Nº 2 de San Nicolás ordenó la suspensión urgente de la aplicación de plaguicidas tóxicos en campos que rodean tres barrios de Pergamino donde hay cientos de casos de adultos y niños con problemas de salud y enfermedades sin diagnóstico.
Villafuerte Ruzo exhortó al Municipio de Pergamino, ubicado en lo que se llama el «núcleo sojero» de la pampa húmeda, a que de manera inmediata garantice en los barrios Villa Alicia, Luar Kayard y La Guarida la provisión de agua potable. El intendente local, Javier Martínez, cumplió con esta obligación, aunque los vecinos se quejan de que el agua no llega en buen estado. «Vienen bidones con moscas adentro», denuncia Ortiz.
El juez, quien a su vez recibió un pedido de incompetencia por parte de Martínez, detalló los productos químicos prohibidos en cuatro establecimientos rurales que rodean a estos barrios.
Son Atrazina, Triticonazol, Metolaclor, Acetoclor, Clorpirifos, Glifosato, Imidacroplid, Desetil, 2.4D y «de los siguientes formulados: Roundup Full II, Roundup Max II, Roundup Ultramax».
Además, ordenó suspender las fumigaciones aéreas o terrestres e indicó al intendente Javier Martínez (Juntos por el Cambio) que para las zonas adyacentes a los barrios involucrados, y fuera de los campos donde se restringió la fumigación, se establezca una zona de aplicación a no menos de 600 metros de distancia del ejido urbano.
Los efectos de los agroquímicos en la piel de algunos niños de Pergamino
Ortiz explica que el informe presentado al juez respecto del daño genético que sufrió su familia podría provocar una medida judicial que extienda la distancia de fumigación a más de 1.000 metros.
En Pergamino todos parecen vivir bajo la nube amenazante del glifosato. No sólo en Villa Alicia -de donde por pedido de los médicos Sabrina y su familia se mudaron-, sino también en Santa Julia, donde en dos manzanas se detectaron 53 casos de cáncer.
«Acá la semana pasada se sintió un olor muy fuerte. Estoy segura que eran agroquímicos. En Pergamino no te escapás, estamos rodeados. Hasta en el centro se siente el olor. Aunque me haya ido de mi barrio, nunca voy a estar del todo alejada», se lamenta Ortiz.