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“La ironía y el humor es mi forma de sublimar el dolor y la oscuridad”

Paul Bravo

El autor de Donde el sol confluye con la mierda, editado por Nido de Vacas, habla sobre las sensaciones de su primer libro, examina sus pasos iniciales en el universo literario y detalla sus próximos proyectos. “Espero seguir publicando y que las obras vayan encontrando sus lectores”, asegura

Para Paul Bravo, publicar su primer libro fue el corolario de un largo proceso de maduración y autoconocimiento. Escritor autodidacta, caminante y observador, este escritor nacido en Buenos Aires se nutre de las imágenes y los sonidos cotidianos de una urbe efervescente, a veces desalmada turbia, a veces compasiva y generosa; siempre caótica.

A través de sus palabras, como bien define el escritor y director teatral Iván Sineiro, “arrastra al lector a los oscuros arrabales de Buenos Aires, a la incomodidad de viajar apretujado, a la esencia del barrio, a una urbanidad impregnada de tango y despojada de solemnidades, hasta despertar las sensaciones del propio cuerpo”. Por razones como estas es que el autor define a su primera publicación como “muy urbana y poco intelectual”.

Paul Bravo irrumpió en la escena literaria a fines de 2018 de la mano de la editorial rojense Nido de Vacas con Donde el sol confluye con la mierda, una obra que conmueve y perturba, mediante un sentido del humor imprevisible e irónico, que ubica a la marginalidad en una belleza rebelde y atroz.

“En esencia, el motor de mi poesía es la rebeldía”, sostiene el autor en esta entrevista en la cual deja al descubierto sus sensaciones sobre su libro, la literatura, sus influencias, sus proyectos y la importancia de la escritura en su vida.

—¿Cómo fue el camino que te llevó hasta tu primer libro?

—Digamos que fue el corolario de un largo proceso de maduración y autoconocimiento. Y está ligado a tres acontecimientos, si se quiere. El nacimiento de mi primer niño, que me arrastró a una cotidianeidad lúdica y tremendamente creativa. Por otro lado, empecé a trabajar en una librería, y poniéndome al día con mucho de lo que se publicaba, sentí que mi poesía tenía el nivel suficiente para llegar a un libro. Y por último, una gran necesidad de expresarme sobre el ambiente social que me rodeaba. Después tuve la fortuna de que apareciera Nido de Vacas y quisiera publicarme. Siento una gratitud infinita por ello. 

—A grandes rasgos, puede decirse que «Donde el sol…», tu primer libro publicado, rastrea y recorre una Buenos Aires por momentos inhumana, por momentos profundamente sentimental. Al mismo tiempo, aparecen rasgos de sarcasmo y humor que desarman esa mirada desencantada de la realidad que vas retratando. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar esa mixtura de registros?

—Más que inhumana yo diría desalmada. Porque el individualismo, la indiferencia o la crueldad son tan humanos como el amor, la compasión o la generosidad. Vivimos con esa dualidad. La ironía y el humor es mi forma de sublimar el dolor y la oscuridad, y a la vez provocar la sensibilidad del lector.

— El libro se divide en tres partes. ¿En qué se diferencian cada una de ellas?

—El primer capítulo, “Rabia y regodeo”, es el más visceral e irónico. Digamos que sale con los tapones de punta. Si el lector sobrevive a esa ebullición, se va a encontrar con “El ojo único”, que comparativamente es más poético, más metafórico, no tan directo. El último, “Enigma de Inés”, se podría decir que es el más nostálgico y acaso oscuro o encriptado.

— ¿Por qué optaste por la poesía para presentarte como escritor?

—Bueno, ahora tengo el problema de que me dicen poeta y en realidad siempre fui más narrador que poeta. No puedo afirmar que haya optado; creo que simplemente fue lo que pude hacer en ese momento, y estoy muy feliz con el resultado.

—Si tuvieras que elegir un poema de tu libro: ¿cuál elegís y por qué?

—Es difícil quedarse con uno. “Pato Donald” creo que es el mejor logrado, está dedicado al peluquero que me torturaba en mi infancia con sus tijeretazos. Pero “Rayuela” es otro que me encanta por su irreverencia para con la novela de Cortázar. Muchos lectores me vienen a confesar que ellos también “se aburrieron de leerla y la dejaron tirada”…

—¿Cuáles son los temas que te movilizaron para construir tu poesía?

—La marginalidad, la indiferencia, el desamor, la locura de una urbe como Buenos Aires. Pero también la belleza, la esperanza, la rebeldía. Creo que en esencia el motor de mi poesía es la rebeldía.

—¿Qué sentís que prevaleció a la hora de construir esta serie: la influencia de los libros o la experiencia de la calle?

—Es un libro muy urbano y poco intelectual. Muchos de los poemas los escribí viajando en el subte o en el bondi, en la mesa de un bar o en el banco de una plaza. A veces iba caminando por la calle y veía o escuchaba algo que me disparaba un poema y tenía que apurarme a llegar a una compu y sentarme a escribirlo. Bueno, eso me continúa pasando…

—¿Qué ganás y qué perdés mientras escribís?

—Para mí escribir es todo ganancia. Es una actividad vital. Tal vez lo que voy perdiendo son mis oscuridades, mis broncas, mis frustraciones o temores. Cada obra que escribo es un acto de sanación, y espero que los lectores también puedan sentirse sanados en algún punto.

—¿Qué lecturas te guiaron hacia tus escrituras? ¿Qué autores o libros te formaron como escritor?

—Creo que todo lo que uno lee es formativo. Tanto lo que nos gusta, como lo que no. Yo no soy un gran lector de poesía. Más bien la poesía me llega a través de la música. Pero para dar nombres prefiero destacar a artistas cercanos, de los cuales me he nutrido mucho en largas conversaciones, como con el músico Nico Valinotti y el escritor y director de teatro Iván Sineiro.

—¿Por qué escribir? ¿Qué esperás de la literatura y de los libros?

—Yo me tomo la escritura como mi trabajo esencial. Es donde yo soy más yo que en ningún otro lado, con lo cual, no puedo ir contra mí mismo. Debo escribir si quiero seguir viviendo. Y además no existe otra actividad que me dé tanto placer.

—¿Y por qué publicar?

—Como amante de la literatura sigo creyendo en el libro como principal vía de comunicación con los lectores. Muchas veces me han insistido con los blogs o las redes sociales, pero yo escribo libros y quiero verlos publicados en papel.

—Como autor novel, ¿cómo vivís la inserción en el mundo literario y el desafío de ganar lectores?

—Como decís, es un desafío, pero lo vivo con pasión y optimismo. De por sí, ser un autor novel ya es mejor que ser inédito. Espero seguir publicando y que las obras vayan encontrando sus lectores. Hoy veo que lentamente este libro se vende. A veces lo compran por recomendación; otros se tientan por el título, pero en todo caso me da mucha satisfacción ver que los lectores van llegando poco a poco. El mundo literario todavía me desconoce, y siento que es algo que llegará cuando el murmullo de mis obras les susurre a los oídos de mis colegas. Será cuestión de tiempo…

—Estás trabajando en nuevos proyectos, ahora en narrativa. ¿Qué diferencias encontraste en este cambio de género?

—De por sí mi poesía es muy narrativa. Está llena de historias. Pero la novela requiere un trabajo sostenido y concentrado. En cambio, en la poesía uno puede trabajar individualmente cada poema en función de la obra, y recién al final meterse en la forma general. Cuando uno tiene otros trabajos y se tiene que generar los tiempos de escritura, la poesía es mucho más funcional. Para mi primera novela hice un esfuerzo descomunal, entregando muchas horas de sueño a la escritura, durante muchos meses. Pero siento que valió la pena, completamente.

—¿Qué esperás del Paul Bravo escritor?

Espero que no deje nunca de sorprenderme y que cada obra supere a la anterior.