“El territorio de mi familia quedó en manos de terratenientes”
Mario Valdés
Antes por el petróleo y la ganadería, ahora se suma la soja y el desmonte. Desamparo e injusticia que viven cientos de comunidades desde hace 500 años y no ha cesado la codicia europea por los recursos de estas tierras
Mario Valdés es uno de los referentes de la comunidad Guaraní establecida en Glew, partido de Almirante Brown en la provincia de Buenos Aires y desde allí lleva una lucha por los derechos de los pueblos originarios de varias naciones, no solo de la que él pertenece ya que entiende que esta lucha debe llevarse colectivamente, entre hermanos y hermanas de distintos orígenes, sin perder la vista en la Patria Grande, aquella que soñaron San Martín, Bolívar, Sucre, O’Higgins, Artigas, entre otros, acompañados de mujeres de gran valor como María Remedios del Valle, nuestra Madre de la Patria, Bartolina Sisa, Micaela Bastidas, Juana Azurduy y muchas más.
Habló en Radio Rojas, en el programa ‘Voces por el buen vivir’ que se emite los sábado de 9 a 13, un espacio abierto a las luchas sociales, de pueblos originarios, minorías y disidencias.
“Venimos luchando desde hace mucho tiempo en el marco de lo que nos enseñaron nuestros abuelos que es el Iguamaray, que en el concepto Guaraní es el ‘Buen Vivir’ y que no se trata de vivir bien, sino que va más allá y que tiene que ver con compartir en el espacio y el tiempo, porque somos familia, compartiendo todo lo que nos rodea en la vida: el alimento, la cultura, la música, lo que llamamos el ‘Ñanderecó’ que es el modo de vivir bien para nosotros con nuestros hermanos compartiendo todo lo que hay en nuestra comunidad, porque si a alguno le hace falta algo, vamos y colaboramos con esa familia o esa persona que está pasando por un mal momento” y agregó “eso es para nosotros el ñanderecó y la búsqueda de la Ivi Maraei ‘Tierra sin mal’, por eso decimos que el buen vivir es la búsqueda de la armonía con todo lo que nos rodea basado en la solidaridad”.
Valdés comentó también que “el pueblo Guaraní es solidario, siempre ha sido hospitalario, ha luchado pacíficamente por lo suyo y nuestros abuelos nos enseñan de dónde venimos, quiénes somos, y a dónde vamos lo que resguarda nuestra identidad”. Son diecisiete las familias asentadas en Glew que comparten un espacio comunitario desde los años setenta, cuando fueron expulsados de sus tierras en Salta por los terratenientes, situación que hoy en día continúa dándose. Antes por el petróleo y la ganadería, ahora se suma la soja y el desmonte. Desamparo e injusticia que viven cientos de comunidades desde hace 500 años y no ha cesado la codicia europea por los recursos de estas tierras.
Las comunidades son extirpadas de su ancestralidad, sus territorios, su espiritualidad. Valdés lo relata de esta manera. “Somos parte de un territorio y sufrimos el desarraigo, somos parte de la naturaleza; en aquel entonces trasladarnos no fue fácil para mi familia, habitábamos un lugar que compartíamos la naturaleza, el monte, el río, el lugar del alimento, de todo lo que se podía llevar adelante, compartiendo con toda la comunidad y dejar eso para mi familia no fue voluntario, sino obligatorio; eran tiempos de la dictadura y fuimos obligados a retirarnos, fue un despojo de nuestras tierras; mi familia ocupaba unas cincuenta hectáreas donde cultivaba y vivía” y añadió “no es nuevo hablar del despojo y del saqueo de los territorios de los pueblos originarios, le pasó a mis abuelos, a mis padres y eso continúa; nos vinimos a Buenos Aires porque mi padre era empleado de Gas del Estado y eso facilitó que nos pudiéramos trasladar”.
“Se sufre mucho el desarraigo y cuesta mucho arrancar en un nuevo lugar que no es el propio, porque tuvimos que desarrollarnos en nuevas escuelas, nueva gente y eso fue difícil, además se sufre la discriminación y la etnofobia, lo cual duele”.
La comunidad está encabezada por la hermana de Valdés, son diecisiete familias que siguen trabajando en el recupero de su identidad plena, fuera de su territorio, trabajando con la lengua materna, sus costumbres y enseñando a las generaciones venideras sus tradiciones.
“El territorio de mi familia quedó en manos de terratenientes, en dueños de aserraderos; al ser una zona petrolera y de gas también están las empresas como YPF; cuando recorremos el territorio nos da mucha tristeza ver que los ríos, lagos y lagunas que había en aquel entonces hoy están secos por la explotación petrolera y al mismo tiempo la siembra de soja”.
Hacia una Argentina Plurinacional
Valdés indicó que se encuentra trabajando con referentes de distintos pueblos en el vasto territorio argentino, convergiendo en una lucha colectiva hacia una Argentina Plurinacional, que reconozca todas las naciones preexistentes, tal como lo estipula la Constitución Nacional reformada en el año 1994, una deuda pendiente de la democracia que duele.
La intención es conformar una propuesta que contenga todas las expresiones, las culturas, las ancestralidades y que no refleje solo la cuestión blanca, europea y etnofóbica que vive la Argentina. El faro en el territorio de la América del Sur son el hermano Estado Plurinacional de Bolivia y el Estado Intercultural de Ecuador, espejos donde mirarnos para deconstruirnos y empezar a construir sobre sólidos cimientos una nueva Nación Plurinacional.
En ese sentido el referente Tupi Guaraní Mario Valdés dijo “nuestra propuesta es que se incluya a todos los pueblos, porque un Estado homogéneo no va, buscamos el reconocimiento pleno de los pueblos; por eso estamos formando un partido plurinacional en Almirante Brown a nivel municipal”, pero con la intención de ampliarlo a la provincia de Buenos Aires y hacia el resto del país, junto con organizaciones sociales.