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Se cumple un año largo y complejo desde el primer caso de COVID19 en Argentina

El 3 de marzo de 2020 el entonces ministro Ginés González García anunció que un hombre de 43 años recién llegado de Europa era el primer contagiado de coronavirus en el país

Se cumple un año desde que el Gobierno anunciara de manera oficial el primer caso de un contagiado de COVID19 en la Argentina, episodio que fue el puntapié a uno de los años más insólitos y excepcionales de la historia del país.

Fue un hombre de 43 años, quien había entre el 19 y el 29 de febrero de 2020 en ciudades del norte de Italia, y luego acudió a una consulta médica por un cuadro de fiebre, tos y dolor de garganta. El 3 de marzo siguiente, el entonces ministro de Salud Ginés González García anunció de manera oficial que Argentina tenía su primer contagiado de coronavirus.

En ese entonces, Europa se presentaba como uno de los puntos más fuertes de expansión del virus en el planeta, con un especial anclaje en países como España e Italia, que luego se transformarían en dos de los territorios más golpeados por la tragedia.

De inmediato, las autoridades comenzaron a difundir la dinámica de contagio que se conocía hasta ese momento. Fue entonces cuando se conoció el mecanismo de transmisión por “microgotas” que emiten las personas cuando tosen o estornudan y que si éstas impactaban en la boca, ojos o nariz de otra se producía el contagio. También se había puesto mucho foco en que si las gotas infectivas se depositaban en una superficie y alguien la tocaba y se llevaba la mano a la boca, nariz y ojos se podía infectar, lo que llevó a una situación de extrema alerta sobre la limpieza de objetos y superficies.

Uno de las características que en ese entonces más impactó en la información circundante era el alto nivel de contagiosidad que tenía el COVID19, superando a grandes escalas la capacidad de propagación de cualquier otro virus.

Un año más tarde, en tanto, ya no hay evidencia del contagio a través de fomites (superficies) -aunque tampoco se descarta- y si bien se sabe que el contagio por gota es posible, la vía de transmisión que reunió más evidencia es la de los aerosoles, esas pequeñas partículas de fluido respiratorio que emitimos al hablar o simplemente exhala.

De más está recordar la instauración, 20 después del primer caso, del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) que instaló la mentada cuarentena en Argentina, un proceso que supo extenderse durante todo el año hasta llegar al actual estado de Distanciamiento. El nivel de estricto acatamiento hizo de la cuarentena argentina una de las más estrictas y largas del mundo.

En ese panorama, se convirtió en un hábito ya indiscutible la utilización de barbijo, la higiene con lavado de manos varias veces al día y la esterilización con alcohol de productos y alimentos, como métodos básicos para reducir la posibilidad de contagio.

No obstante, nadie imaginó en su momento que para fin de año ya estarían en marcha una serie de vacunas para erradicar el virus y que, además, Argentina tendría luz verde para avanzar con su propio plan de vacunación. Al día de la fecha, las once vacunas aprobadas para “uso de emergencia” que circulan a nivel mundial son la Sputnik V (desarrollada por el Centro de Investigación Gamaleya de Rusia), la de Janssen, Moderna, Pfizer/BionTech, Oxford/AstraZeneca, CanSino, Sinopharm/Beijing, Sinopharm/Wuhan, Sinovac, Bharat Biotech (en India) y del Instituto de Investigación sobre Problemas de Seguridad Biológica (en República de Kazajistán).