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Los padres dan su “apoyo incondicional” a las ex alumnas que revelaron acosos en el Colegio Nacional Buenos Aires

Después de que las egresadas del Nacional Buenos Aires generaran una conmoción por sus denuncias sobre acoso sexual, abusos y la violencia institucional que los permite, los padres y madres autoconvocados de ese colegio les dieron su “apoyo incondicional”. Con el rector cuestionado, interviene la Universidad

Madres y padres autoconvocados (MaPaC) del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA) entregarán el jueves por la tarde una carta a las autoridades de la institución para manifestar el “apoyo incondicional” a las ex alumnas que hicieron, durante el acto de entrega de diplomas, graves denuncias de acoso sexual, abuso de poder y violencia institucional por parte de personal del Colegio, y para exigir que se investiguen las acusaciones que, en algunos de los casos, involucran a docentes en actividad. Ayer, después de que el mensaje de las chicas traspasara los muros del establecimiento más que centenario y levantara polvareda en todos los medios, la Universidad de Buenos Aires comunicó que decidió “asumir la competencia originaria de los hechos denunciados”, pese a que los directivos del colegio se habían amparado en que no había ninguna denuncia formal. Martina Miravalles, activa integrante del Mapac, dijo que las denuncias son “shockeantes” pero “no nos sorprenden porque desde que nos conformamos en 2016 venimos denunciando violencia institucional sin tener respuesta”.

Las denuncias de acoso y violencia machista por parte de profesores, preceptores y autoridades del colegio fueron hechas durante los actos de graduación de la promoción 2016/17, en el Aula Magna de la institución fundada en 1863, por ex alumnas de distintos turnos. Si bien el texto de las egresadas del turno mañana fue el que más repercusiones generó, porque apuntó con nombre y apellido a personal del colegio (ver texto completo en la edición web), las chicas del turno vespertino apuntaron en el mismo sentido hacia esos espacios institucionales que debían educarlos y cuidarlos, pero que “hacían agua”.

“Venimos a denunciar la violencia institucional ejercida y avalada por la comunidad educativa hacia nosotres”, leyó el jueves pasado una de las tres chicas del turno mañana encargadas de leer el texto, mientras otras, al frente del salón de actos, sostenían carteles donde se leía: “Son Opresores, Cómplices y Testigos”, “Exigimos que nos escuches”, “El colegio es responsable” y el que identifica al espacio en el que se agrupan las jóvenes “Mujeres y disidencia”.

Después, enumeraron distintas situaciones de acoso y abusos vividas adentro de la institución educativa: un regente que hace comentarios sobre el largo de las polleras y toca y besa a las chicas; un preceptor que evalúa “cuál es el mejor culo del año” y comenta “cómo se garcharía” a una compañera; un docente que elige entre las estudiantes a sus “secretarias” y pide fotos por mail. Finalmente, terminaron apuntando contra el rector, Gustavo Zorzoli, por avalar la violencia machista e institucional.

Zorzoli, por su parte, había anunciado una reunión con la Oficina de Asistencia a la Violencia de Género cuyo resultado no trascendió.

En el texto que circuló por las redes sociales y los portales de Internet, las ex alumnas retrocedieron hasta su ingreso al colegio en 2012: “Tenemos doce o trece años e ingresamos a un establecimiento educativo que desde el primer momento nos impone normas de comportamiento que marcan una clara diferencia entre nosotres y nuestros compañeros varones cis… Como todas las mañanas, llegamos al Colegio y nos recibe el regente Guillermo Belleville. Nos hace comentarios sobre el largo de nuestras polleras, nos toca y nos besa, no nos computa los tardes si le caemos bien. ¿Es necesario detenernos a explicar por qué esto es inaceptable?”. Y siguieron: “Año 2015. Tenemos quince o dieciséis años. Subimos las escaleras para llegar al aula y nos encontramos con Diego Riveiro, preceptor. Nos ofrece su servicio de masajes, evalúa junto a nuestros compañeros cuál es el mejor culo del año y les comenta “cómo se garcharía” a una de nuestras compañeras. También hay besos y manoseos que nos incomodan. Sólo comentamos estos episodios entre nosotres en el baño durante el recreo”.

También denunciaron la conducta de su profesor de matemática: “Entra Jorge Blumenfarb y saluda a algunas de nosotras con un beso, nos toca la cintura. A sus favoritas nos pide que seamos ‘sus secretarias’ o que le mandemos fotos de nuestras vacaciones por mail”, sostuvieron las ex alumnas, que también dijeron que los tutores minimizaban sus reclamos, se lavaban las manos y se desligaban de su responsabilidad. “Nos dicen que no es posible hacer nada al respecto porque estamos denunciando a alguien que es amigo del vicerrector, Roberto Rodríguez, acusado de consumir pornografía infantil”, explicaron.

Tampoco se olvidaron de sus pares varones que conformaron agrupaciones para participar de las elecciones del centro de estudiantes con una mirada de “odio hacia las mujeres, las gordas, los gays, las lesbianas y disidencias”.

La presidenta del Centro de Estudiantes del CNBA, Juana Garay, sostuvo que “nos sentimos identificadas con la denuncia porque son situaciones que se siguen dando, no es algo aislado que le pasó a esa generación. Es sistemático el abuso de poder de las autoridades que les permite quedar impunes. A quienes íbamos a denunciar eran quienes nos estaban vulnerando, los que tienen que escucharnos son los mismos que nos acosan y vulneran, y es muy difícil generar una situación de confianza para hacer las denuncias” dijo la estudiante, quien contó que cuando egresaron las chicas denunciantes “no existía en el Colegio la Secretaría de Género que hay ahora, que de a poco fue tomando cartas en el asunto. Aunque sólo para tratar situaciones entre pares, no entre estudiantes y adultos”, remarcó.

Por otra parte, explicó que “de los que fueron nombrados, Rodríguez fue desplazado el año pasado. El preceptor fue promovido a regente y el de matemáticas es subjefe de departamento, y hay situaciones de incomodidad de alumnas que están en el colegio con esas mismas personas”, y añadió que “adherimos a que los padres tomen cartas en el asunto, las nuevas generaciones decimos hasta acá llegamos. No es tiempo callar ni se puede ser neutral”.

En este sentido, Miravalles remarcó que “las chicas están empujando una roca de un muro que tienen más de cien años de violencia patriarcal, una violencia de género inscripta en la institución. Y no es posible que sigan argumentando que no hay denuncias formales para desestimar los hechos. El jueves nos vamos a movilizar a las puertas del colegio, entre las 17 y las 18, y ojalá el rector nos reciba porque hasta ahora nos ha desconocido de modo absoluto a las madres y padres autoconvocadas, que no podemos ser meros firmadores de boletines y comunicaciones”.