Llega la lluvia de estrellas de las Perseidas
Después del eclipse de Luna roja y el máximo acercamiento de la Tierra a Marte, la próxima semana seremos testigos de uno de los eventos astronómicos más esperados de cada año
Tras el eclipse de la Luna roja, que dejó a todo el mundo obnubilado, y el máximo acercamiento de la Tierra a Marte, la próxima semana, la noche del 12 al 13 de agosto, seremos testigos de uno de los eventos astronómicos más esperados de cada año: la lluvia de estrellas de las Perseidas, también conocido como las Lágrimas de San Lorenzo.
De hecho, esta lluvia de estrellas es una de las más intensas, y no es extraño que llegue al menos a los 60 meteoros por hora. Este evento se produce cuando la Tierra atraviesa el campo de restos dejado atrás por el cometa Swift-Tuttle, y las partículas de polvo entran en la atmósfera a altas velocidades y arden a causa de la fricción.
Algo bueno es que este año nuestro satélite nos permitirá disfrutar de un buen espectáculo, ya que la Luna llena no llegará hasta el 26 de agosto.
Las lluvias de estrellas reciben su nombre de la constelación desde la cual parecen provenir los meteoros, lo que se denomina radiante. En el caso de las Perseidas, el radiante se localiza en la constelación de Perseo.
En la mitología griega, Perseo es el hijo de Zeus, quien, enamorado de la ninfa Dánae, tuvo que metamorfosearse. La forma que eligió el dios fue, precisamente, una lluvia dorada.
Después, ya mayor, Perseo tuvo un amorío con la princesa Andrómeda, que es la constelación que se ubica a su lado. Incluso la salvó de un monstruo marino que estaba a punto de devorarla. Tampoco fue el primero en derrotar; antes ya le había cortado la cabeza a la Medusa, conocida por convertir en piedra a quien la mirase, aunque eso ya es otra historia.
A las Perseidas, la lluvia de estrellas con decenas de meteoros por hora, también se las conoce con otro nombre: las lágrimas de San Lorenzo. Porque más o menos este fenómeno suele producirse cerca de la fecha en la que se recuerda a su patrón, el 10 de agosto.
San Lorenzo fue quemado vivo en una hoguera, a la parrilla, en Roma. Sus lágrimas, dice la leyenda, son las “estrellas” que en las próximas noches caerán del cielo, las Perseidas.