Argentina, peligrosamente al borde del default
El dólar cerró en un precio récord de $30,72, agravando la espiral inflacionaria y llevando más presión a los precios que pagamos en las góndolas
La política económica del Gobierno volvió a exhibir ayer su fracaso, a naufragar en medio de la tormenta.
El dólar cerró en un precio récord de $30,72, agravando la espiral inflacionaria y llevando más presión a los precios que pagamos en las góndolas.
Culparán en el Gobierno al tsunami financiero global. Pero, ¿por qué si el resto del mundo estornuda nosotros pescamos una pulmonía?
Si la crisis turca o la suba de tasas en Estados Unidos o la guerra comercial lanzada por Donald Trump repercuten con fuerza en el país es por la debilidad de su moneda, cada vez más devaluada, papel pintado, con menos poder de compra; por el enorme déficit fiscal y comercial; por efecto de una economía primaria que no exporta valor agregado y en cambio importa a granel, empujando a la desaparición a sus industrias, asfixiadas como todos por tarifazos, aumentos en sus insumos a precio dólar, presiones impositivas; por un modelo de país que privilegia la especulación antes que la producción, que permite la entrada y salida descontroladas de capitales golondrinas
En esa incertidumbre, sin garantías de nada ni seguridad jurídica, de repente se abrió la caja de Pandora que significaron los “cuadernos de las coimas”. Un escándalo que sumó leña al fuego de un país periférico sin capacidad para la defensa ni el contraataque, y que espantó más a los inversores que, despavoridos, huyen a refugiarse en el dólar.
Por eso ayer, ni los anuncios desesperados que por la mañana realizó el equipo económico del Presidente alcanzaron para calmar al mercado: no fue suficiente con la suba de la tasa de interés del 40 al 45% (que redundará en mayor recesión y más asfixia financiera para el sector productivo); ni con la suspensión de la subasta diaria de divisas de 50 millones de dólares ni con el nuevo cronograma de cancelación de Lebacs para intentar acelerar la reducción de esta multimillonaria deuda del Banco Central.
Esas medidas (a pedir del FMI), que el mercado no “compró”, que terminan castigando al ciudadano de a pie, resultaron más dañinas que paliativas: además de la desbocada devaluación, las acciones argentinas continuaron desplomándose hasta un 11% en la bolsa de Nueva York; y el riesgo país (que a medida que sube encarece el financiamiento internacional, la deuda de todos, y espanta inversores) trepó a los 748 puntos, su mayor nivel en casi cuatro años. De esta manera, Argentina es el país emergente con mayores posibilidades de caer en una crisis, después de Turquía, cuya moneda también enfrenta una fuerte devaluación.