Un paro general que puso blanco sobre negro
Aunque el acatamiento fue alto, esa demostración de fuerzas no sirvió, porque los dirigentes saben que sino arman un esquema de propuesta con intelectuales, profesionales, de áreas que componen la actividad productiva de nuestro país no hay posibilidad de que cambie nada
La huelga de ayer sirvió para poner blanco sobre negro de una realidad argentina.
Pues, aunque el acatamiento fue alto, esa demostración de fuerzas no sirvió, porque los dirigentes saben que sino arman un esquema de propuesta con intelectuales, profesionales, de áreas que componen la actividad productiva de nuestro país no hay posibilidad de que cambie nada.
Las cúpulas gremiales intentaron quitarle presión a la olla de la angustia popular, utilizando el dinero del que disponen de forma incorrecta para movilizar a multitudes precarizadas. Pero podrían haber invertido en la elaboración y presentación de un plan estratégico, recurriendo a la materia gris de profesionales de primera línea, descarnados de intereses políticos.
Ese anhelo de superación, esas ganas de levantar a la Patria de su fango, sería lo que verdaderamente podría bañar en agua bendita a todos los dirigentes.
¿Qué les impide hacerlo?
La cobardía de no pensar en grande y el miedo a las espadas de Damocles de los Servicios de Inteligencia cayendo sobre sus cabezas. Por eso es que prefirieron el berrinche sin sustancia, las consignas contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Presidente, pero sin acompañarlas de un proyecto de país que nos encamine hacia un futuro mejor.
Es un debate que habrá que dar, y que seguro darán dirigentes dispuestos a descarnarse de sus intereses por el país.
Porque si no nos pensamos de nuevo, si no nos refundamos, estaremos condenados a vivir de crisis en crisis, a repetir nuestros fracasos y frustaciones como en una vieja calesita que vuelve siempre al mismo lugar.