La recta final y el fuego cruzado sobre el escenario
El tiempo de descuento ya comenzó, la hora de la verdad espera su turno para decretar los resultados finales de una larga campaña que tuvo como protagonistas a figuras de peso, y la candidatura estelar de Cristina Fernández de Kirchner. Al calor de la clasificación agónica de la Selección Argentina de Fútbol al Mundial de Rusia 2018, el último tramo de cara al 22 esperó su oportunidad para desplegar toda su artillería en la búsqueda de los laureles del triunfo. Sin perder el tiempo, fue Cristina quien aceleró su campaña a las pocas horas de formalizarse su triunfo en las PASO. El apuro tuvo sus motivos: Unidad Ciudadana, pese a la victoria en las Primarias, se cimentó en el camino de superar el principal protagonista de esta elección: la polarización. Rápidamente, la expresidenta retomó sus recorridas de campaña, acompañada por los intendentes del Conurbano, esos poseedores del poder territorial que le quedaron al peronismo tras el “Huracán Vidal” de 2015. CFK tuvo un objetivo preciso desde el principio de esta campaña. El análisis de los resultados de las PASO fue claro. La grieta, la polarización mostraron dos provincias de Buenos Aires: la del Conurbano, que apoyó fuertemente a Unidad Ciudadana, y la del interior, más la ciudad de La Plata y Mar del Plata, que se inclinaron por Cambiemos. Esa radiografía provocó que Cristina decidiera deambular y pisar fuerte por todos esos territorios donde la población se volcó masivamente a apoyarla con su voto. La expresidenta y sus estrategas decidieron apostar a sacarle todo el jugo a esas zonas, para mantener la diferencia de triunfo que se dio en las PASO y sumar más ante los fantasmas de la polarización. Por su parte, en Cambiemos, la receta fue similar a la campaña durante las PASO: timbreos todos los fines de semana, candidatos junto a María Eugenia Vidal en actos de gestión y una presencia muy fuerte de la Gobernadora en el tramo final. Es cierto, en el oficialismo existió una relativa tranquilidad ante las bondades que les promete la polarización, marcada por la sensación de un anti-kirchnerismo que dé vuelta el escenario de las PASO y la migración importante de un pedazo de los votos de Sergio Massa. El contexto.
Tras el mencionado pasaje a Rusia, los cañones de los espacios políticos comenzaron con sus disparos. Con el hiper-protagonismo de Vidal, al igual que en las PASO, Cambiemos profundizó su discurso que lleva como bandera no sólo la tradicional palabra “cambio”, sino la llamada “lucha contra las mafias”. La mega detención de Juan Pablo “Pata” Medina, el exlíder de UOCRA seccional La Plata, le sirvió al oficialismo para focalizar esa lucha en la figura de un sindicalista manchado por donde se lo mire. Vidal retomó su recorrida por los principales programa de televisión en los canales más vistos. Desde allí, no sólo volvió a protagonizar la campaña de Cambiemos, sino que abrió fuego contra intendentes del Conurbano y referentes de Unidad Ciudadana. Vidal decidió meter en el ring al alcalde de Moreno, Walter Festa, quien tiene severos problemas económicos y financieros en su municipio y ya ha tenido cruces con la administración bonaerense. Ante los rumores de que el jefe comunal cobra un sueldo más alto que la Gobernadora, Vidal aprovechó y afirmó esa versión. Desde el distrito bonaerense de la primera sección electoral salieron a responderle rápidamente y el intendente mostró su recibo de sueldo en Twitter, donde se ve que no cobra la cifra que enfatizaban esos rumores. En otro round, la Gobernadora relacionó a la senadora bonaerense kirchnerista Mónica Macha, esposa de Martín Sabbatella, y al titular del PJ bonaerense, y exintendente de La Matanza, Fernando Espinoza, de estar relacionados con el narcotráfico. “Nuestra lista va a pelear contra las mafias y el narcotráfico. Yo me pregunto si la lista que lidera la expresidenta puede decir lo mismo o si hizo lo mismo en el pasado. Lo digo por (el exgobernador y candidato a diputado nacional, Daniel) Scioli, quien fue parte de este sistema, por (Fernando) Espinoza, por la mujer de (Martín) Sabbatella. ¿Dónde estaban todas las personas que integran esa lista en los últimos 25 años en relación a la provincia de Buenos Aires y con qué convivieron? (…) De mínima no hicieron nada o miraban para otro lado o fueron cómplices”, fueron las duras acusaciones que desplegó la mandataria bonaerense. Ante semejante acusación, obviamente salieron a responderle. Desde el bloque FpV-PJ del Senado bonaerense repudiaron las declaraciones de Vidal: “Si tiene pruebas que las muestre y lo denuncie, pero es una falta de respeto e irresponsabilidad que la Gobernadora afirme en los medios reiteradas veces que una senadora provincial de la oposición y un ex intendente están vinculados al narcotráfico”, fue la respuesta de Macha. Quien más fuerte salió a cruzar a “Mariu” fue Espinoza: “Si la señora Vidal dice que lucha contra las mafias, nosotros nos preguntamos cómo puede ser que en la lista de candidatos tenga a (Héctor) ‘Toty’ Flores, quien tiene familiares presos por narcotráfico, o ratifique a comisarios cuestionados”. Demás está decir que ninguna de estas acusaciones tendrá algún correlato de investigación en la Justicia, sino que son parte de los duelos verbales de campaña, que esta vez se puso tensa en su último tramo. Fuego cruzado.
A tono con la centralidad que tiene la participación de Cristina en este tramo electoral, fue una denuncia que hizo ella en conferencia de prensa el dato más serio de estos cruces de campaña. La expresidenta, por un lado, acusó al juez Claudio Bonadio de actuar en función de los “intereses políticos de Mauricio Macri”, y aseguró que “no sabe por qué ha sido citada” a declarar por la Causa AMIA. “Hacemos responsable al presidente Macri de persecución política y degradación de nuestra democracia, de un uso partidario y obsceno, inconstitucional, donde el Poder Judicial actúa como una fuerza de tareas del Ejecutivo”, dijo Cristina ante medios nacionales e internacionales. Además, en otra acusación que retumbó en los principales despachos de la Casa Rosada. “El Presidente tiene una lista negra y yo la debo encabezar. No me queda más que pensar que se trata de un eufemismo de los que tendríamos que desaparecer de la Argentina para que el país no tuviera problemas”, dijo Cristina, en torno a la lista de “los 562” nombres que para Mauricio Macri “son los argentinos que frenan el cambio en el país”. El dato no es menor, porque el trascendido de esa lista se conoció en una publicación de Clarín, el diario que está aliado al Gobierno nacional. La preocupación de los dichos de Cristina hizo reaccionar a Cambiemos y enviaron, nada más y nada menos, a la referente con mejor imagen para aclarar el asunto. A pocas horas de la conferencia de prensa de CFK, Vidal dio una nota radiofónica donde intentó ponerle paños fríos al asunto: “Me parece que la palabra desaparecer tiene una connotación para todos los argentinos que yo hubiera evitado usar. Por supuesto que es falso, no hay ninguna lista”, afirmó la Gobernadora. Duelos de acusaciones.
Lo más fuerte de la campaña se dio en ese marco, en una campaña relativamente tranquila. El trasfondo de estas acusaciones se conocerá cuando la atención de los medios y la población miren para otro lado. Queda una semana para la hora de la verdad. Las diversas encuestas sostienen que Cambiemos, Vidal y Esteban Bullrich le ganarían a Cristina por más de dos puntos. En Unidad Ciudadana aseguran que “no hay que hacerle caso a las encuestas” y confían en soñar con una victoria. Un triunfo del oficialismo en la provincia de Buenos Aires sería de gran ratificación para su modelo económico y hasta se abriría el camino para hablar de las reelecciones de Macri y Vidal. Un triunfo de Cristina sería un sopetón para el oficialismo difícil de maquillarlo u ocultarlo. Por el lado del peronismo, los caminos también van a ser distintos con o sin Cristina ganadora en estas elecciones. Lo cierto es que CFK, con una banca en el Senado de la Nación, será nuevamente el centro de atención.