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Cantamos porque la Patria se muere de tristeza

Quién lo hubiera pensado. Que el “hit del verano” nacería en el mismo lugar donde Mauricio Macri trazó su destino presidencial es una paradoja que no se le hubiese ocurrido ni al más opositor de los opositores. Pero así fue, un día la bronca estalló espontánea en una cancha de fútbol, en un canto de hinchada duro y sintético, resumido en no más de siete palabras, dirigido al Presidente y con la muchedumbre acordándose de su mamá.

Quién lo hubiera pensado. Que el “hit del verano” nacería en el mismo lugar donde Mauricio Macri trazó su destino presidencial es una paradoja que no se le hubiese ocurrido ni al más opositor de los opositores. Pero así fue, un día la bronca estalló espontánea en una cancha de fútbol, en un canto de hinchada duro y sintético, resumido en no más de siete palabras, dirigido al Presidente y con la muchedumbre acordándose de su mamá.

Rápidos de reflejos, en el entorno del jefe de Estado se apuraron para reducir todo a una interna futbolística, presuntamente orquestada con fines políticos e, incluso, se amenazó con suspender los partidos cada vez que en las tribunas se entonara el cántico. El Presidente no quería oír lo que el pueblo tenía para decirle.

En cuestión de horas el canto inundaría las redes sociales y de las canchas se trasladaría a los andenes del tren, a las estaciones de subte y hasta los teatros, donde el público aprovecha los intervalos para hacerse escuchar. Todas las capas sociales hermanadas en esas siete palabras que protestan contra un modelo político, económico y social injusto.

Ante la censura y el silencio, la indignación popular siempre encontrará vías para manifestarse. La solución no está en callarla, sino en escucharla y actuar en consecuencia.

Es hora de que el Presidente se pregunte qué quieren decir esas voces que llegan como los ecos de una tormenta que se avecina, que se interrogue por el sufrimiento de quienes no llegan a fin de mes, de los jubilados con haberes de miseria, de las PyMES y economías regionales que agonizan, de los que cada día se empobrecen un poco más o por aquellos que ni siquiera pueden hacerse escuchar en una tribuna porque no tienen el dinero para pagar una entrada de cancha ni de teatro.

Alguna vez, el poeta Mario Benedetti escribió “Usted se preguntará por qué cantamos/Si los nuestros quedaron sin abrazos/la patria casi muerta de tristeza/y el corazón del hombre se hizo añicos/antes de que explotara la vergüenza”.

Cantamos, decía Benedetti, “porque el grito no es bastante/y no es bastante el llanto ni la bronca/Cantamos porque creemos en la gente/y porque venceremos la derrota”.

Porque, por más que los “brillantes” hombres de ojos celestes y camisas del mismo color del Pro pretendan barrer los problemas del país debajo de la alfombra para dedicar tiempo a sus aspiraciones reeleccionistas, en los municipios y las provincias hay una realidad que duele, que late ahora y reclama soluciones urgentes: miles quedaron fuera del sistema, otros tantos sobreviven con salarios que no cubren la canasta básica.

Frente a la indiferencia, el pueblo canta, grita, se hace oír. Empezar por prestarle atención puede ser el mejor camino para torcer el rumbo y no caer en el abismo. Solo así, el cántico que hoy aturde al Presidente se apagará hasta volverse un murmullo.