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¿A dónde van con tanta guita?

Las fotos y videos circularon en las últimas jornadas. Parecen imágenes tomadas en 2001, cuando en plena crisis los bancos se apuraban a sacar del país los millones ganados con la bicicleta financiera. Pero son actuales, según le confirmaron a diario Hoy trabajadores del aeropuerto internacional de Ezeiza, testigos de esta lamentable reedición del pasado: camiones de caudales esperando para embarcar dólares y fugarlos al extranjero. Triste corolario de la devaluación que, como un déjà vu de otros tiempos, regresa y condena a la miseria a un país.

Las imágenes no hacen más que dejar al desnudo este engendro de plan económico que el Gobierno ensaya con recetas ya fracasadas.

Por un lado, que el dólar haya rozado los $24, expone la debilidad de este modelo dependiente del endeudamiento, en un contexto en el que la lluvia de inversiones no cae y los dólares provenientes del campo están frenados. A principios de este año, unos US$9.000 millones ingresaron por el financiamiento externo. Pero ese grifo se cortó, el Banco Central sacrificó casi todas sus divisas para atender la corrida e igualmente perdió contra los especuladores que entre las Lebacs y el dólar prefirieron el billete estadounidense, obteniendo ganancias extraordinarias con la bicicleta financiera fomentada por la entidad que dirige Federico Sturzenegger. Lo que entró por  la deuda, se perdió por la fuga.

 

Viejas recetas para el mercado

En ningún momento se pensó en un plan económico estratégico, con el foco puesto en corregir el déficit de la balanza comercial, estimulando a los sectores que, además de reactivar el empleo y la economía, podrían facilitar el ingreso genuino de dólares. Los anuncios del último viernes, comunicados por los ministros de Hacienda, Nicolás Dujovne, y de Finanzas, Luis Caputo, más que una salida son una trampa: más hambre, menos consumo y trabajo, como en los ’90, como durante el kirchnerismo, como si los errores no sirvieran para hacer escuela.

Los ministros hablaron a los mercados y para ellos dieron un manotazo de ahogado fenomenal: la suba del 40% en las tasas de interés y la reducción de la meta de déficit fiscal para el año, de 3,2% a 2,7%, que significará un recorte de $30.000 millones en obra pública, lo que llevará a paralizarla.