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La pesadilla que encontró López Obrador dentro de Pemex

Después de la histeria colectiva por el “desabasto” en Ciudad de México y real escasez en algunos estados como Guanajuato, Hidalgo, Estado de México, Michoacán y Querétaro, vale la pena hacer un recuento de daños o al menos lo que expuso esta primera crisis del gobierno de López Obrador.

Gobierno a prueba

En los 30 primeros días de la nueva administración se han dado varios cambios, pero la decisión de cerrar los oleoductos fue sin duda la más audaz, aunque tal vez no la más popular.

Se le ha criticado en diversos medios y, por supuesto, en las redes sociales. Sin embargo, todo el proceso se podría calificar como una falla en los cálculos que hizo el gobierno sobre las consecuencias; el desabasto y el pánico que causó la posible escasez. Esto solo puede calificarse como falta de visión total del problema, pero la ingenuidad no está permitida para gobernar, y la otra, una total falta de manejo de crisis, de comunicación y de anticipación.

Como ejemplo nos sirve el pasado aviso durante semanas de los arreglos al sistema Cutzamala, (que no sirvió pero eso es otra historia) su planeación y la comunicación del gobierno de la Ciudad de México anticipándose al problema del desabasto y la prevención a cargo de la misma ciudadanía de guardar agua y cuidarla funcionaron.

No sabemos si el cierre de los oleoducto tenía que permanecer en secreto o si fue un fallo de estrategia, lo cierto es que hizo más daño el pánico que generó que la distribución como tal.

Eso sí, lo que podemos decir es que AMLO logró romper con un hecho histórico al romper con el monopolio de distribución de PEMEX y el mismo Sindicato dio su aprobación para las medidas tomadas incluso las que se referían a la distribución de pipas de empresas privadas a las estaciones de servicios.