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Amenaza nuclear, climática y noticias falsas: el mundo a dos minutos del abismo

Durante 2018, la lucha contra el cambio climático se frenó, las amenazas nucleares se multiplicaron y las noticias falsas consolidaron una nueva arma: la desinformación. Así, «El Reloj del Apocalipsis» se paró este jueves a dos minutos del abismo, como en los peores momentos de la Guerra Fría.

Este «Reloj del Juicio Final» (Doomsday Clock) es un símbolo dirigido por un grupo de científicos sobre los riesgos que afronta el mundo y que pretende indicar lo cerca que está el fin de la humanidad.

Para 2019, los expertos del Boletín de los Científicos Atómicos de Estados Unidos mantuvieron este jueves esta crítica señal a dos minutos de la media noche, es decir, del desastre, y describieron la actual «era sombría» con el eslogan de «la nueva anormalidad».

A este alarmante nivel ya lo situaron el año pasado y doce meses después han decidido consolidarlo para enviar al planeta un mensaje claro: «las cosas no mejoran».

Solamente una vez desde el fin de la II Guerra Mundial (1939-1945) el Reloj ha llegado a este horizonte; fue en 1953 durante una de las etapas más tensas de la Guerra Fría cuando tanto los soviéticos como los estadounidenses realizaron sus primeras pruebas con armas termonucleares.

Hoy, 66 años después, la humanidad vuelve a encarar su propio desastre a una distancia de tan solo 120 segundos.

Lo hace por su «falta de progresos en contener el riesgo nuclear», ahora más complejo y múltiple, y «su retroceso en la batalla por detener el cambio climático», alertaron los expertos.

«Estas dos amenazas principales -la nuclear y la climática- se volvieron más graves el año pasado por la creciente guerra de desinformación que socava la democracia en todo el mundo», advirtió a Efe la presidenta del Boletín de los Científicos Atómicos, Rachel Bronson.

Así, la proliferación de noticias falsas en internet, junto al armamento nuclear repartido por el mundo y un cambio climático que da señales cada vez más inquietantes han generado un cóctel que «pone el futuro de la civilización en un peligro extraordinario».

Pero no está todo perdido, la situación puede mejorar si los líderes buscan el cambio y los ciudadanos lo exigen.

«No hay razón para que el Reloj no se aleje de la catástrofe -matizó Bronson-. Lo hizo en el pasado porque los líderes actuaron bajo la presión de ciudadanos informados y comprometidos de todo el mundo».

Aunque ahora la información se ha convertido en uno de los nuevos pilares que sustentan el riesgo porque, en lugar de ayudar a esclarecer el mundo, las nuevas tecnologías y la rapidez con la que los datos viajan han sembrado el «desconcierto» entre la población.

El experto en Política Cibernética y Seguridad de la Universidad de Stanford, Herb Lin, reconoció en el acto que «es cierto que la propaganda es tan antigua como los tiempos bíblicos, pero hoy en día el volumen y la velocidad de la información han crecido en varios órdenes de magnitud, disponible en inmensas cantidades y dispositivos».

Precisamente, siguió Lin, «si el acceso y la producción de información se han vuelto universales y baratos, también los mensajes dañinos se han multiplicado» dando lugar a una «guerra cibernética» que se juega en internet y erosiona la habilidad para afrontar el mundo de «manera constructiva».

Ya hay consecuencias de esta falta de calma y razón, admitieron los expertos, pues «por primera vez en años varios países de la Unión Europea y EEUU han incrementado sus emisiones de gases contaminantes, después de un periodo reduciéndolas».

Para la química atmosférica Susan Solomon, este abandono en la lucha por frenar el cambio climático ha hecho de 2018 «un año alarmante», en el que los glaciares se derritieron a una velocidad mayor, la temperatura media del planeta alcanzó niveles récord y la sequía avivó como nunca fuegos como los de California y el sur del Mediterráneo.

«Nos quedamos sin tiempo y llega una década crítica para afrontarlo», avisó Solomon.

Y para echar más leña al fuego, aunque lo de «amenaza nuclear» pueda recordar tiempos del pasado ya superados, los expertos aseguraron que la seguridad internacional está al mismo nivel de alarma que en «los peores momentos de la Guerra Fría», cuando parecía que el mundo explotaría en cualquier momento.

Es lo que llamaron «la nueva anormalidad», un panorama «en constante cambio, donde se cocinan conflictos a fuego lento» y se multiplican las posibilidades de que estallen contienda militares importantes en las que prendida la mecha, pueda arder todo.