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EL GRITO DE 30 MIL

“Agradezco a cada persona que contribuyó con la restitución de mi identidad. En primer lugar, a mi tío Roberto, que durante 40 años nunca bajó los brazos y mantuvo el mismo número de teléfono esperando un llamado para encontrarnos con vida. La alegría siempre es parcial, porque implica que él nunca más verá a su hermana. También, a mi compañera de vida, Vanina, y a mis dos grandes amigos, Juan Pablo y Horacio, porque ellos tres insistieron para dejar una muestra de ADN en Abuelas. Siempre les respondí que aunque mis padres podrían estar desaparecidos, yo estaba bien con quien era. Sin embargo, a fines de 2006 entendí el egoísmo de mi postura… alguien, del otro lado, podría estar buscándome. Y así fue: ¡Mi tío me esperó durante 40 años! Igual que las Madres y las Abuelas, que tienen unos ovarios enormes. Por eso, la restitución de mi identidad es una caricia al alma, una luz de esperanza para saber si nació mi hermano o hermana, y qué pasó con mis papás y con todos los desaparecidos por la Dictadura”.

Javier Matías Darroux Mijalchuk, nieto recuperado 130.