La trampa del ‘sin azúcar añadido’ en la industria alimentaria
La ONG Foodwatch en Holanda, que se dedica analizar los fraudes alimentarios, denunciaba hace unos días ante el Comité del Código de Publicidad de los Países Bajos que algunos productos alimenticios etiquetados con la expresión “sin azúcares añadidos” están llevando a engaño al consumidor.
En realidad, estos alimentos sí incluyen azúcar a través de otros ingredientes que lo contienen y se utilizan para su elaboración, como el zumo, el jarabe de remolacha o la pasta de dátiles. El organismo responsable de la publicidad en este país ha pedido a empresas como Kellogg’s, Starbucks, Hipp o Urban Fruit, entre otros, que eliminen este mensaje.
Se trata de productos vendidos en Holanda, pero muy similares si no iguales a los que encontramos en nuestro país, en cualquier supermercado. ¿Qué significa exactamente la expresión “sin azúcar añadido”? ¿Son más sanos, como los compradores tienden a pensar, o sólo es una técnica más de mercadotecnia para vender las supuestas bondades del alimento en cuestión?
La denominación de “azúcar añadido” se refiere al azúcar agregado de forma artificial o industrial, el azúcar utilizado en la elaboración de alimentos procesados o preparados (galletas, bollería, pasteles, salsas, embutidos, helados…). Son azúcares que deberíamos evitar para cumplir las recomendaciones sobre una alimentación saludable de los principales organismos sobre esta materia.
La denominación de “azúcar añadido” se refiere al azúcar agregado de forma artificial o industrial en la elaboración de alimentos procesados
En cambio otros alimentos tienen azúcar natural o intrínseco en ellos mismos y los hay saludables… o no tanto. “El azúcar natural de la naranja, por ejemplo, es la fructosa, que está acompañada de su matriz y fibra, y por lo tanto no es perjudicial, porque está naturalmente presente en la naranja”, explica a Comer Marián García, doctora en Farmacia, dietista nutricionista y autora del blog Boticaria García. Otra cosa es por ejemplo, la miel, “que puede tener hasta ¾ partes de azúcares naturalmente presentes, es decir hasta un 70 u 80% de azúcar.”
¿Qué dice la ley sobre la expresión “sin azúcar añadido” en el etiquetado? ¿Qué productos la pueden tener? Según las Declaraciones Nutricionales Autorizadas y las Condiciones de Uso fijadas en varios reglamentos europeos que regulan el tema, “solamente podrá declararse que no se han añadido azúcares a un alimento si no se ha añadido al producto ningún monosacárido ni disacárido, ni ningún alimento utilizado por sus propiedades edulcorantes” .
La normativa permite a la industria hacer trucos para añadir azúcares sin tener que declararlos con la palabra “azúcar”
“El problema es que esta normativa permite a la industria hacer trucos para añadir azúcares sin tener que declararlos con la palabra “azúcar” en el listado de ingredientes”, cuenta Aitor Sánchez, dietista nutricionista, tecnólogo de los alimentos y autor del blog Mi Dieta Cojea. Para ello, se añaden al alimento componentes o ingredientes endulzantes que llevan azúcar, y simplemente se suman esos azúcares al porcentaje de la tabla nutricional que aparece en el etiquetado. “Un ejemplo es el del zumo añadido (que no es azúcar propiamente, pero tiene azúcar). Se trata de una trampa, porque meten el zumo para endulzar. Una marca puede estar añadiendo sirope de ágave o miel a un alimento y cumplir lo que dice esa ley”.
Como en muchos otros casos, la industria cumple la ley, pero la normativa permite prácticas que inducen a error. Lo que exige la legislación para hacer esa declaración nutricional de “sin azúcares añadidos” no coincide con lo que espera o entiende el consumidor, según Sánchez. “No se trata de un engaño, porque las empresas cumplen la normativa, pero la legislación marca unos límites que deberían ser más estrechos”, añade Marián García.
La industria hidroliza los cereales para que algunos de sus hidratos de cadena larga se conviertan en azúcares
Otro ejemplo revelador según García son “los cereales para bebés que se etiquetan como sin azúcares añadidos, porque no los tienen, pero se dextrinan, se hidrolizan: los hidratos de carbono de cadena larga se parten en pedacitos y se convierten en hidratos de carbono simples, en azúcares. Ese proceso se hace en la industria. En los ingredientes no hay azúcares añadidos, pero en la tabla nutricional el consumidor puede observar que contienen un 25 o 30% de azúcares, porque se ha procesado el producto. Las familias pueden pensar que esos cereales son más sanos, cuando no lo son”.
Entonces, ¿cómo puede saber el consumidor si un producto tiene azúcar añadido, si la etiqueta no es fiable? Para determinar si un alimento o producto tiene azúcar, el consumidor puede hacer dos cosas. En primer lugar, mirar si aparece la palabra azúcar en el listado de ingredientes o alguno de sus equivalentes. El problema es que esa lista de equivalentes al zúcar es muy larga: sacarosa, fructosa, jarabe de fructosa, jarabe de maíz, jarabe de ágave, siropes, caramelo, dextrosa, melaza, almíbar, miel… “Para detectar los edulcorantes en la lista de ingredientes hay que saber reconocerlos, hace falta mucha información”, reconoce García.
Sacarosa, fructosa, jarabes, siropes, caramelo, dextrosa, melaza, almíbar… son múltiples equivalentes al azúcar
Otra manera más sencilla es observar la tabla nutricional, mirar los hidratos de carbono, y fijarse en el porcentaje de azúcares. “El consumidor debe saber la cantidad habitual o estandar de cada tipo de alimento, para tener una referencia. Por ejemplo, en un yogur natural sin azúcar lo normal es que contenga un 4% de azúcar (intrínseco del propio yogur, porque lo tiene la leche). Si un yogur tiene un 13% de azúcar es excesivo, a lo mejor le han añadido concentrado de zumo, o zumo. En la lista de ingredientes no aparecerá la palabra azúcar, pero sí el zumo”, explica García. Es imprescindible pues la formación nutricional para distinguir los alimentos sanos de los que no lo son.
Otra posible guía, para esta doctora en Farmacia es huir de los procesados. “Los productos que tienen más de 4 o 5 ingredientes normalmente no son saludables, porque suelen ser ultraprocesados. Esta es la guía más sencilla. Por ejemplo, en vez de cereales procesados puedes coger arroz inflado integral o avena, y no tienes este problema. Si contiene un 97% de arroz, de maíz o de avena, poco azúcar más le pueden añadir.”
Lo más importante para el consumidor es que “sin azúcar añadido” no es sinónimo de más sano. Esta expresión “simplemente indica que no le han añadido azúcar a ese producto, y como hemos visto incluso eso que puede ser mentira. Tenemos una gran cantidad de ultraprocesados que los han reformulado y son igual de malsanos, como los refrescos light, las cremas de chocolate, la bollería, las chocolatinas sin azúcar añadido, las galletas con esta denominación…”, apunta Aitor Sánchez.
La OMS recomienda que no superemos el 10% de calorías diarias en forma de azúcar, lo que se traduce en 25 gramos al día, una cifra que superamos de lejos según la Alianza por el Control del Azúcar que sitúa la media de consumo diario de azúcar en España alrededor de los 111 gramos. El problema para saber si nos hemos pasado o no de esos 25 gramos es determinar ese azúcar oculto en los alimentos que lo contienen bajo otras denominaciones.