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Matan a dos mujeres policías en distintos hechos

Dos muertes. Dos mujeres y madres de familia con una vida por delante. Apenas dos fotografías que bastaron para poner blanco sobre negro de todo lo que la Gobernadora está haciendo mal

«Vivíamos haciendo horas adicionales, teníamos sueños, queríamos comprar un terreno. Tantas veces le dije: ‘No vamos a esperar que nos peguen un tiro’, y ahora nos pasa esto”.

“Esto”, para Fernando Altamirano (34), policía bonaerense, es el violento asalto que sufrió su esposa, la oficial Lourdes Espíndola, 25 años, dos hijos, quien el fin de semana, tras terminar de hacer sus horas Polad en Ituzaingó, esperaba el colectivo para reencontrarse con su familia.

Fernando la esperaba en casa de su madre, cuando recibió un mensaje de WhatsApp: “Me dispararon, me estoy muriendo”. Él llamó, volvió a llamar, una, dos veces más. Pero Lourdes no atendió, no podía atender. Tendida a un costado de la parada, con un balazo en el cuello, veía impotente cómo dos delincuentes se fugaban en moto, con su arma reglamentaria.

“La quiero viva”, imploraba ayer Fernando, cuando a su mujer le quedaba todavía un hilo de vida. Anoche le diagnosticaron muerte cerebral y su familia autorizó a donar sus órganos.

“Amamos lo que hacemos, pero no se puede vivir más en este país, el policía bonaerense está todo el tiempo desprotegido. Ya no quiero ser policía, tengo dos hijos y no voy a permitir que se queden sin papá”, se resignó Fernando, con los ojos en lágrimas, desbordante de bronca.

“Esos comentarios no ayudan. Él se debe portar como un verdadero hombre, estar con su esposa e hijos”, diría luego el jefe de la Bonaerense, Fabián Perroni, en el ápice de la insensibilidad.

No hablar, a menos que puedan mejorar el silencio -como escribió un escritor muy conocido hace algunas décadas-, es algo que los funcionarios de la Provincia deberían aprender.

Teme el policía -pero también el civil- que ocurra con su familia lo que, a escasas horas de diferencia del balazo que le desencadenó la muerte a Lourdes Espíndola, sufrió otra oficial, de Almirante Brown, Tamara Ramírez su nombre: un ladrón irrumpió en la casa que compartía con su pareja y su papá, ambos policías. El delincuente robó el arma de Ramírez y disparó. Ella murió en el acto; su pareja recibió una bala en el muslo y fue internado. El malviviente huyó con dos armas reglamentarias.

Dos muertes. Dos mujeres y madres de familia con una vida por delante. Apenas dos fotografías que bastaron para poner blanco sobre negro de todo lo que la Gobernadora está haciendo mal.

Quienes más sufren son, justamente, aquellos a los que se les prometió un cambio.

Y sin embargo, los salarios del 80% de las fuerzas de seguridad de la Provincia no superan los $20.000. Por eso es que la joven Lourdes volvía de realizar sus adicionales horas Polad: para obtener un dinero más que le permita llegar con tranquilidad a fin de mes. Ella, que como tantos y tantas debe velar por la seguridad de todos, arriesgando su vida, carga con la preocupación de quien no quiere quedar por debajo de la línea de la pobreza.